La indefinición del Gobierno nacional mantiene en una nebulosa la realización de los Juegos Panamericanos 2027, prevista en Barranquilla. Para los recién llegados a esta historia aún sin final feliz se debe señalar que no ha sido por desinterés ni falta de voluntad del Distrito, de la Gobernación o de los congresistas de la Bancada del Atlántico, que un asunto de tanta trascendencia en términos deportivos, además de económicos, no solo para la ciudad, sino para el país entero, se encuentre sumido en la incertidumbre. En un ejercicio de unidad épica, por decir lo menos, representantes de distintos sectores políticos, como ha registrado EL HERALDO en los últimos días, han cerrado filas para solicitarle al Ministerio del Deporte y, en particular, al presidente Petro que den vía libre, lo antes posible, a la financiación y organización de las justas.
Se hace tarde para adoptar una resolución de fondo, sobre todo, porque el reloj del evento deportivo internacional, el segundo en importancia después de los Olímpicos, no ha dejado de correr. El próximo 20 de octubre se inicia en Santiago de Chile una nueva edición de estas justas, al término de las cuales su organizador, Panam Sports, deberá anunciar la futura sede que, hasta ahora, es Barranquilla. Seguir postergando la decisión no es viable ni tampoco respetuoso con esta entidad, que reúne a los Comités Olímpicos Nacionales de América, y con la cual el Estado colombiano firmó un contrato hace casi dos años, luego de que la capital del Atlántico fuera elegida por aclamación sin necesidad de que mediara un concurso, como ocurre generalmente.
Sería aconsejable que el actual Ejecutivo, con el que es cierto que Panam Sports no firmó el contrato, sino que lo hizo con el de Iván Duque, revisara la letra pequeña de su contenido, porque si el Estado no honra la palabra empeñada, al margen de quien gobierne, se podrían generar sanciones o vetos de esta organización que le impidan al país celebrar a futuro eventos de esta naturaleza. Son las reglas de juego. A estas alturas, ¿cómo se van a modificar? Solo existe un camino factible para acelerar el ritmo hacia la construcción del documento Conpes, paso previo para validar el desembolso de los recursos por parte del Ministerio de Hacienda, como quedó consignado en el Plan Nacional de Desarrollo, y es que el presidente otorgue su consentimiento.
Los Panamericanos, una competición en la que participan 7 mil atletas de 41 naciones, requiere más que decisión política, respaldo económico o buena voluntad de la Alcaldía, la Gobernación u otros actores del departamento que están dispuestos a meterle el hombro a la celebración de los juegos. Este es un proyecto de país, de una enorme envergadura que demanda una articulación sólida con el Gobierno nacional, en el que la ministra del Deporte, Astrid Rodríguez, parece que va remando sola. Ha llegado la hora de sincerarnos sobre este tema que siendo realistas no se define. Estamos casi en el mismo punto de hace 4 meses, cuando la señora Rodríguez dijo que conversaría con el jefe de Estado sobre un presupuesto ajustado al máximo.
Estancados, así nos encontramos. Como en tantos otros asuntos cruciales del acontecer nacional, dependientes del presidente Petro, se está a la espera de que mueva ficha. Es toda una incógnita saber por qué no lo hace, no al menos con el liderazgo, definición o celeridad requeridos. ¿Por desinterés o porque está superado por la sucesión de escándalos políticos, cismas internos o batallas judiciales que a manera de un pesado lastre le impiden al mandatario, pero también a sus ministros, algunos de los cuales lucen ya con sus fuerzas menguadas, resolver o tramitar los pendientes? Lo de la baja ejecución presupuestal es un indicativo de esta paquidérmica realidad.
El panorama se torna oscuro a medida que transcurren las semanas. La ministra Rodríguez vuelve a abrir un compás de espera, pero seguimos en una fase de riesgo para la credibilidad institucional. Si por torpeza política o falta de visión estratégica, no se concerta una pronta salida, perderemos una gran oportunidad para impulsar el deporte, generar empleo, desarrollo socioeconómico y marca país. Lo que se dirime en las próximas semanas, de la mano del presidente, es mucho más que la asignación de unos fondos, es una cuestión de confianza