El fraude de energía en una lujosa casa estrato 6 de un exclusivo sector de Puerto Colombia hace pocos días captó los focos de atención de la conversación pública en medios y en redes sociales. Y cómo no, si lo que se presume es que quienes tienen para mantener o vivir en una propiedad de estas características se supone que gozan de una capacidad adquisitiva que les permite cumplir con el pago oportuno de sus servicios públicos.

Pero es que el crónico problema del fraude o robo de energía en la región Caribe es un mal que no conoce de estratos. Al menos así lo indican los reportes de la empresa comercializadora que opera en Atlántico, Magdalena y La Guajira.

Según Air-e, en el primer semestre del año se detectaron 71.805 casos de fraude en los tres departamentos que atiende. Eso significa que en promedio cada día se detectan cerca de 400 fraudes y que en el 60 % de las revisiones que hacen los operarios de la compañía se confirma el delito.

En comparación con el primer semestre de 2022 se registra una disminución considerable, pues entonces el promedio fue de 466 casos por día; sin embargo, dadas las circunstancias de la región, en la que las pérdidas no técnicas tienen un gran peso sobre el valor del kilovatio consumido por todos los usuarios, todavía estamos muy lejos de que en la Costa los justos dejen de pagar por los pecadores. El fraude en esta zona del país necesariamente se traduce en mayores costos de la energía que se consume.

Y es que el pecado –seguramente tendrá que ver la capacidad de pago– está concentrado en los estratos 1 y 2, donde se presentan el 36 % y 31 %, respectivamente, de los fraudes de energía detectados en este 2023 por Air-e. El resto está con el 7,2 % en el estrato 3; estrato 5, 2,04 %, y estrato 6, 1,81 %.

Y Barranquilla, obviamente por su tamaño y por contar con un mayor número de conexiones a la red, es la capital con más fraudes detectados en lo que va del año, con 5.720 casos por mes para un total de 28.600 –el 39,8 % de los fraudes detectados por la comercializadora–.

Producto de los fraudes las pérdidas por energía dejada de facturar en Atlántico, Magdalena y La Guajira ascienden a los 14 mil millones de pesos este año. Una cifra que equivale a lo que normalmente consume en un mes una ciudad como Santa Marta.

Se trata de un hueco muy grande que las comercializadoras de energía terminan trasladando a todos los usuarios, la gran mayoría son de los que de forma honesta regulan su consumo o pagan conscientemente el valor de la que gastan en sus hogares o negocios, por la perversa fórmula tarifaria con la que se regula el mercado de los departamentos costeños.

El fenómeno de El Niño se apresta a llegar en un abrir y cerrar de ojos, por lo que desde ya se ha alertado por el incremento que el servicio de energía tendrá para todo el país por la necesaria intervención de las térmicas para garantizar el suministro, aun a pesar de que Air-e y Afinia son las empresas con menor exposición al precio de la energía en la bolsa, por cuenta de que la mayor parte la tienen comprada por contratos (85 % y 81 %, respectivamente).

¿Y adivinen cuál es la región en donde mayores efectos tarifarios puede tener El Niño? Nos tocará bailar con la más fea, y si con los precios actuales o los que hemos tenido más bajos en el pasado los fraudes han sido el pan de cada día, preocupa que ante las inminentes alzas que se vienen en los componentes de la canasta energética se disparen los casos de fraude o robo que al final terminarán haciendo pagar, otra vez, a justos por pecadores.

La Costa sigue esperando del Gobierno una solución real a los excesivos costos de la energía, en tanto es responsabilidad de cada usuario pagar la que consume y gastar la que puede pagar.

Le corresponde al Estado hallar una salida equilibrada para aliviar el bolsillo de la gente en la Costa sin incumplir los contratos y las condiciones con las empresas comercializadoras que prestan su servicio a una de las zonas con mayor pobreza y desigualdad en el país.