Joselito se fue con sus cenizas y los reyes del Carnaval de Barranquilla 2023 fueron los encargados de llorar y despedir las carnestolendas de un año en el que la fiesta volvió a vivirse como es, a plenitud, en las calles, con conciertos masivos, bailes, verbenas, y todo en el calendario habitual.
Caido el telón vienen los balances, y como en todo ejercicio es necesario establecer los pro y los contra, lo positivo y lo negativo, lo que funcionó y lo que no, que más que un juicio radical debe llevarnos a explorar todas las oportunidades de mejora para engrandecer aún más una celebración que dejó, de lejos, de ser local para ser una absolutamente global.
Para destacar el arribo de turistas nacionales y extranjeros que se hizo visible, incluso desde la mitad de la semana previa al Carnaval, en las calles, hoteles, centros comerciales, restaurantes y lugares de interés de Barranquilla. Se esperaban unos 500 mil turistas, pero seguramente la cifra al final será mucho mayor. Daba gusto ver a europeos, orientales, gringos, latinos y toda clases de personas de otras latitudes disfrutando de la diversidad cultural, musical y gastronómica que ofrece el Carnaval de Barranquilla. Caso aparte merece el piloto del crucero que trajo el sábado a 350 franceses a disfrutar de la Batalla de Flores. Nos quedó claro que esta iniciativa abre una puerta gigante para ubicar a la ciudad y su festividad en la ruta de los cruceros.
Hubo eventos para todos los públicos y para todos los bolsillos, y todos estuvieron a reventar. Baila la Calle, como ya es habitual, es el epicentro de la rumba carnavalera. De viernes a domingo hubo aforo completo y fue todo un acierto insertar el Festival de Orquestas para que todas las agrupaciones pudieran contar con un público que los acompañó, bailó y aplaudió en sus presentaciones.
Ganó el público y ganaron los artistas y grupos musicales. Pero sin duda será parte de la evaluación la relevancia que tiene y debe recuperar este certamen que concitaba lo mejor del repertorio musical que se daba cita para el Carnaval. El Festival es y debe seguir siendo uno de los eventos centrales de la programación carnavalera.
En términos generales, en materia de orden y seguridad no hubo hechos que lamentar en lo que a los eventos de Carnaval propiamente se refiere. Hubo buen comportamiento del público, sobre todo si se tiene en cuenta lo que significa para las autoridades garantizar una fiesta de tantos días y que moviliza miles de personas en tantos eventos.
Hubo una queja notoria, con todo el asidero de quienes la expresaron, y fue la de los grupos folclóricos que tuvieron que salir a desfilar en la Vía 40 cuando ya la noche caía, tanto el sábado en la Batalla de Flores como el domingo en la Gran Parada de Tradición. No había espectadores para apreciar su puesta en escena, solo los jurados encargados de evaluarlos. Para estos hacedores fue la frustración después de una importante inversión de dinero en vestuarios y de tiempo en ensayos preparándose.
Incluso el propio Checo Acosta, voz autorizada, expresó en su cuenta de Twitter su malestar por lo que consideró una Batalla de Flores “descoordinada y atrasada”. Anunció que ya dará más detalles de lo que vivió y vio que padecieron otros colegas suyos y varios hacedores. “Lo importante de estos descaches es corregirlos y mejorar”, fue la invitación que hizo ‘el Príncipe del Carnaval’.
Y esa debe ser la consigna. Apelando a la crítica constructiva, no a la ofensiva y la que solo busca destruir, la organización de la fiesta, las autoridades, los gremios, las empresas privadas que apoyan la fiesta, todos los que la hacen posible, deben suscribir un gran compromiso para velar porque cada vez podamos realizar un mejor espectáculo para propios y visitantes, preservando la tradición, respetando a los hacedores y haciendo que conviva la esencia de nuestro patrimonio con el mayor apoyo privado y gubernamental que demandan fiestas culturales de la magnitud del Carnaval de Barranquilla.
Por eso en el desarrollo de las fiestas y festivales del país también tiene que jugar un papel importante el Ministerio de Cultura, llamado a ser el principal impulsor de nuestras tradiciones culturales y folclóricas, sobre todo cuando se enfrentan a enormes retos como la internacionalización y atracción de turistas, y cuando requieren alianzas para mantenerse a flote sin depender de los gobernantes de turno y exclusivamente del patrocinio de empresas privadas.
Pasado el guayabo de Joselito hay que dedicarse a repensar los procesos, especialmente los desfiles que son la principal vitrina y la razón de ser y existir de los hacedores del Carnaval de Barranquilla. Ya el alcalde Pumarejo convocó a la autoevaluación de la organización de Carnaval S.A.S. para encontrar caminos para retomar el rumbo de situaciones que ya habían sido superadas antes de la pandemia.