Víctimas de su propio invento, los gigantes de la tecnología se enfrentan a una crisis con varios tentáculos, que lejos de ver un punto de inflexión se ahonda cada día con una u otra compañía anunciando despidos masivos, recortes en sus presupuestos, cierres y otras medidas de austeridad que no parecen ser más que pañitos de agua tibia.
Esta semana Meta anunció la salida de 11 mil empleados, lo que corresponde a alrededor del 13 % de su fuerza de trabajo, así como la congelación de sus contrataciones hasta al menos marzo de 2023. Twitter, en cambio, sacó de tajo a la mitad de sus 7.500 empleados, en medio de la llegada de su nuevo dueño, Elon Musk.
A la par, otros gigantes como Phillips decidieron prescindir de 4.000 de sus trabajadores en Estados Unidos y Holanda, mientras que HelloFresh, empresa alemana proveedora de kits de comida –con dos tercios de su negocio en EE. UU.– despidió a 611 de sus empleados.
En el caso de Google, Amazon y Microsoft, aunque por el momento no parecen estar preparando despidos masivos, sí han dejado de contratar personal y ajustado sus presupuestos para hacerle frente a la situación económica global.
Lo que tienen en común todas estas empresas es el haber presentado un exponencial crecimiento durante la época de la pandemia, que parece haberse despresurizado. Todas aumentaron su fuerza de trabajo, incrementaron sus ganancias y subieron sus indicadores a niveles históricos, pero, ¿cuál era el plan para después de que el covid fuera controlado?
A primera vista ninguna pareció prever que ese boom que se presentó durante el período 2020-2021 correspondía a una hiperconexión de los usuarios en medio del aislamiento obligatorio para prevenir la propagación del virus. Pero tarde o temprano la tendencia iba a cambiar, tal vez a revertirse, o incluso a repeler a quienes hoy buscan, paradójicamente, una desconexión, trabajar en espacios abiertos o sencillamente cambiar su estilo de vida.
No en vano muchos analistas comparan lo que está sucediendo este 2022 con la caída de la burbuja tecnológica en el año 2000, cuando grandes compañías como Yahoo o AOL, que eran considerados dueños de la web, apagaron sus sistemas sin posibilidad de un regreso.
En ese entonces, las señales fueron las mismas: la creencia de que la economía en la web podía crecer sin límites, las caídas en los beneficios de las empresas, las lluvias de despidos y la crisis económica de países como Estados Unidos, que en su momento desfilaba al borde de la recesión.
Así mismo, la dificultad para retener a profesionales jóvenes que buscaban rápidos ascensos, con la diferencia de que a los de hoy en día, luego de la pandemia por el covid-19, les quedó claro que el trabajo es solo un paso para lograr sus objetivos, que lejos están de pasar por largas carreras dentro de las compañías, de trabajar largas y extenuantes jornadas laborales sin una reciprocidad que responda a sus intereses o de recibir salarios que no corresponden a la cantidad de funciones que realizan dentro de una empresa.
Ante ese panorama cambiante, los gigantes ya no son de hierro, y la hegemonía de las tecnológicas en la web parece verse minada por una crisis que deja la duda de si es estructural o si es efecto de la postpandemia.
Cualquiera que sea la razón, de todos modos significa el comienzo de una nueva era en la que las compañías deberán replantearse, perecer o abrir camino a nuevos modelos de negocio que respondan a la velocidad con la que los usuarios están cambiando, como es el caso de la arriesgada apuesta de Mark Zuckerberg por el metaverso.