En cada aguacero que se precipita sobre las calles de Barranquilla la primera reacción de los ciudadanos, y en especial de los conductores es resguardarse y esperar que bajen las aguas de las múltiples corrientes y caudales que se forman en distintos sectores.

Es una práctica habitual por el temor que durante años agobió a los barranquilleros por los peligrosos arroyos que dividían a la ciudad y que trastocaban su productividad y su movilidad.

Si bien es cierto que aún existen zonas de Barranquilla en donde los arroyos siguen generando altos riesgos, también es muy cierto que en la última década, específicamente desde el año 2010, la ciudad comenzó a transformar esa realidad que se llevó numerosas vidas y que parecía no tener solución a la vista.

En el marco de lo que se ha convertido una política sostenida del Distrito, se ha invertido más de 1 billón de pesos en la canalización de 66 mil metros lineales de arroyos, esto significa que la ciudad ya ha alcanzado una cobertura del 70 por ciento en alcantarillado pluvial, que involucra a las cinco localidades.

Son 66 kilómetros de canalizaciones, sumando las intervenciones viales en las calles 30, Cordialidad y Circunvalar, un conjunto de obras que han contribuido a mejorar los flujos de las aguas lluvias y a reducir los riesgos en medio de las temporadas invernales.

La primera parte de ese plan cobijó a aquellos arroyos que más víctimas cobraban en cada invierno: la 21, la 84, La Felicidad, la 65, el de las calles 75 y 76, el de las calles 91 y 92, Hospital y el Salao.

Con estas intervenciones 25 barrios de las cinco localidades hoy gozan de mayor tranquilidad al llover.

En dos semanas, el alcalde Jaime Pumarejo entregará al servicio de la comunidad el segundo tramo de la canalización del arroyo La Felicidad, y en 2023 un nuevo tramo del Salao II, así como la recuperación del caño de la Auyama y los trabajos viales que aún están pendientes en la calle 30 y la Circunvalar.

El Distrito, con la contribución de todos los barranquilleros, a través del pago oportuno de sus impuestos, ha traducido esos recursos en un tema que por años fue una gran necesidad para Barranquilla.

La tarea de eliminar los arroyos todavía tiene asignaturas pendientes y ya varios proyectos hacen su trámite ante el Gobierno nacional, en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo. Son 50 mil millones de pesos que se gestionan ante la Nación para poder continuar con el ordenamiento hidráulico de barrios del suroriente y suroccidente.

Desarrollar las obras necesarias para canalizar los arroyos en su totalidad es una prioridad, ojalá que desde el Gobierno central se entienda y se brinde el respaldo necesario con recursos.