El gobierno de Gustavo Petro comienza hoy un maratónico recorrido por 50 territorios del país para construir el Plan Nacional de Desarrollo, que tendrá como uno de sus ejes centrales la paz total. Su primera parada será Turbaco, en el departamento de Bolívar. No es aventurado señalar la relevancia del mensaje político que encierra la escogencia de este municipio, el único del país, gobernado por un excombatiente de las Farc, elegido por sus coterráneos en las urnas. Tras su desmovilización, Guillermo Torres, también conocido como ‘Julián Conrado’, ha sido un férreo defensor del proceso de reincorporación, declarando que a él “nadie lo saca del camino de la paz”. Torres será el anfitrión del ministro de Transporte, Guillermo Reyes, el responsable o padrino de este espacio de diálogo social donde se tomará atenta nota, y ese es su principal objetivo, de las demandas, peticiones y propuestas de los turbaqueros.

Petro, en su primera alocución televisada como jefe de Estado, convocó a los habitantes de toda la nación y, en particular, de los territorios incluidos en estos espacios de escucha a participar en la construcción de lo que llamó un “país diferente”, basado en “fuertes bases de justicia social, económica y ambiental”. Este mecanismo de participación ciudadana, que no es totalmente nuevo porque el anterior gobierno ya había realizado mesas departamentales y talleres regionales para dar forma a su Plan Nacional de Desarrollo, abre –eso sí– una nueva y esperanzadora dinámica de diálogo, no libre de dificultades, que debería ser aprovechada por las comunidades para pactar acuerdos fundamentales sobre sus necesidades más apremiantes. Quienes reclaman transformaciones profundas o cambios relevantes en su entorno relacionados con su bienestar tienen por delante una oportunidad de oro para hacerse sentir, teniendo en cuenta el carácter vinculante de la conversación que el Gobierno le propone a la ciudadanía.

La batuta de este concierto de voces, pero sobre todo de voluntades, que apuesta por ser inclusivo, diverso y participativo, la tiene el Departamento Nacional de Planeación (DNP). No fue sencillo definir una metodología que facilitara recibir el mayor número de iniciativas durante los encuentros liderados por altos funcionarios del Estado, entre ministros y consejeros, que se extenderán hasta el 21 de noviembre. Tampoco será fácil compilar todas las propuestas resultantes para que, tras el cierre de la etapa del diálogo efectivo, sean incorporadas al Plan Nacional de Desarrollo, dando cumplimiento al mandato soberano y popular, una “democracia multicolor profunda” dibujada por el presidente Petro en su discurso del pasado miércoles. Cuando esté listo, el documento final –convertido ya en proyecto de ley– será llevado al Congreso de la República, donde no debería tener demasiados inconvenientes para ser aprobado por la aplanadora oficialista. En ese momento, vendrá el mayor desafío para transformar el contenido del extenso diálogo con la ciudadanía en hechos concretos que garanticen sus derechos.

Con enfoque estratégico, pensando no solo en obras puntuales, que además son imprescindibles por el retraso de las regiones, sino en soluciones estructurales a conflictos sociales o problemas crónicos, entre las líneas maestras de la agenda pública propuesta por el Ejecutivo a las comunidades aparecen: ordenamiento territorial, seguridad alimentaria, transición energética y estabilidad fiscal. En gran medida, este ejercicio para construir futuro sostenible y equitativo también requiere trabajar por una verdadera convergencia regional que, mediante la puesta en marcha de políticas públicas y la ejecución de proyectos de inversión oficial, permita cerrar de una vez por todas históricas brechas sociales e impulse el desarrollo en las periferias. En este contexto, no solo el fondo, también la forma será determinante para asegurar un porvenir posible para sus habitantes. También para los de Barranquilla y su área metropolitana que tendrán su encuentro el lunes 3 de octubre, bajo la orientación de la ministra de Minas, Irene Vélez. Bienvenido el diálogo con liderazgo y generosidad que fructifique en realidades de progreso para todos.