El Ministerio de Salud evalúa dar un paso más hacia la normalidad progresiva pospandémica con la eliminación del tapabocas en espacios cerrados a partir de las próximas semanas. Se trata de un crucial punto de inflexión que podría coincidir con la finalización de la emergencia sanitaria vigente en todo el territorio nacional hasta el 30 de abril. Pero sobre todo sería una medida consecuente con el sostenido descenso de contagios y muertes por el virus en el país. Un escenario epidemiológico positivo que se repite también a nivel global por cuarta semana consecutiva, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que, sin embargo, insiste con firmeza en que la pandemia aún no ha quedado atrás.

Hace cerca de dos meses el Ministerio de Salud anunció el levantamiento del uso del tapabocas en espacios abiertos en territorios con el 70 % de cobertura de esquemas completos de vacunación. En ese momento eran poco más de 450 municipios, incluidas grandes ciudades, los que cumplían con el requisito. Aunque lentamente esa cifra ha venido aumentando hasta llegar a 525, el 46,8 % del total nacional. Queda, por tanto, aún un largo trecho. Buen ejemplo de que es posible avanzar en la inmunización lo encontramos en Atlántico, donde además los reportes de nuevos casos y fallecidos son similares a los de marzo de 2020, en el inicio de la crisis. Ciertamente, es una situación favorable que ha permitido recuperar la totalidad de las actividades en el departamento, con apenas medidas de contención como el uso del tapabocas en el sistema de transporte público, disposición que es de carácter nacional.

Colombia no puede declarar el fin de la pandemia, pero sí está en capacidad de dar por terminada la emergencia sanitaria en curso desde hace dos años. Hasta ahora el país cumple los requisitos para hacerlo. Entre ellos, reducida transmisión comunitaria, alta capacidad de respuesta de su sistema de salud y cobertura en vacunación, siendo este último aspecto el más desafiante. El 83 % de la población (más de 42 millones de personas) cuenta ya con una primera dosis, cerca del 70 % (35 millones) completó su esquema y un 34 % (11 millones) ha recibido el refuerzo. Ese es, principalmente, el espacio para crecer, en particular entre los mayores de 50 años, antes de poder alcanzar la inmunidad sostenida. Niños y jóvenes, aún bastante rezagados en el balance general, también deben mejorar sus niveles de protección.

La próxima semana se conocerán nuevos lineamientos para la operación de 4.700 puntos de inmunización en el país de acuerdo con las necesidades de cada territorio, mientras se concreta la transición del actual proceso de carácter masivo a una vacunación regular e intramural. No será el único cambio al que tendremos que acostumbrarnos. Los reportes diarios de casos, fallecimientos y aplicación de biológicos, con los que aprendimos a valorar los distintos momentos de la pandemia en Colombia, serán semanales a partir de mayo, teniendo en cuenta la estabilidad del actual momento epidemiológico. Sin embargo, esto no debe ser motivo para que se relaje el rigor en la recolección y manejo de los datos, insumo fundamental para tomar determinaciones futuras.

La eliminación del uso del tapabocas en recintos cerrados, como sucede ya en otros países, requerirá responsabilidad y prudencia. No debería, bajo ninguna circunstancia, ser erradicado del transporte público o de sitios frecuentados por personas vulnerables como adultos mayores o enfermos crónicos. Su definición en espacios laborales podría depender de las modalidades de trabajo. Además, los criterios de empleadores y directivos de centros educativos deberían ser considerados. Eso sí, en todos los casos, siempre apostando por una mayor seguridad sanitaria, o cuando haga falta por propagación del virus a quienes así lo deseen se les tendría que permitir conservar el uso de este elemento de protección, en especial ahora que el Instituto Nacional de Salud (INS) confirmó la presencia en el país de las dos subvariantes de ómicron. En consecuencia, conviene estar preparados para reaccionar a tiempo.