Tras un primer año de complicadas relaciones con el Congreso, el presidente Duque instaló ayer un nuevo periodo legislativo con un discurso de tono conciliador en el que abordó los temas más candentes de actualidad y esbozó las líneas generales de acción del Gobierno para los próximos meses.

Como no podía ser de otra manera, la implementación de los acuerdos de paz y la violencia contra líderes sociales ocupó una parte sustancial de la intervención. “Es momento de superar esa falsa separación entre amigos y enemigos de la paz, usado con fines electoreros”, manifestó, y sostuvo, aportando una serie de cifras, que bajo su mandato se ha avanzado mucho más en la construcción de una “paz con legalidad” que en el periodo presidencial anterior.

Tras expresar su rechazo a los asesinatos de líderes sociales, Duque afirmó que en su primer año de gobierno estos crímenes se redujeron un 35% con respecto al año previo. “En la Colombia que estamos construyendo, nadie puede sentir temor de expresar sus ideas y proteger los intereses de su comunidad”, dijo.

Lamentablemente, falta mucho por hacer para que esos derechos estén realmente garantizados. Y mayores avances deberá exhibir el presidente para convencer a los más escépticos de que su compromiso para implementar el acuerdo de paz es tan sincero como pregona.

En su intervención, Duque invitó al Congreso a trabajar en la tramitación de varios proyectos legislativos, entre los que destacó la iniciativa anticorrupción y la cadena perpetua contra abusadores de menores. Entre el Gobierno y varios partidos radicaron ayer mismo 19 proyectos de ley (siete en el senado y 12 en la Cámara), lo que hace prever un periodo de intensa actividad parlamentaria.

Hay bastante trabajo por delante. Pese a cierto deje triunfalista en el discurso del mandatario, y aun reconociendo la mejora en diversos indicadores, en amplios sectores del país existe inquietud por la situación económica y social. Sin entrar a establecer cuánto hay de percepción y cuánto de realidad en la causa de dicha preocupación, el hecho es que será responsabilidad del Gobierno y el Congreso salir del remolino.

Esperamos que en este nuevo período legislativo ambos pongan de su parte para lograr ese objetivo. El Poder Legislativo tiene un papel fundamental de contrapeso del Ejecutivo, ya sea para rechazar, o podar, iniciativas que considere negativas para el interés general o para agilizar aquellas que considere beneficiosas para los colombianos.

Lo importante es que, ante la coyuntura que vive el país, esa misión la cumplan con altura de miras y no por mezquinos cálculos partidistas o personales. Confiemos en que impere el buen sentido político.