Luego del reconocimiento por parte del Eln del asesinato del gobernador indígena Aulio Isarama Forastero, en una zona selvática del Chocó, son muchos los interrogantes que se abren sobre la continuidad y la real dimensión del cese al fuego acordado con el Gobierno colombiano en la mesa de negociaciones de Quito.
La guerrilla, a través de un comunicado, expresó que “lamentamos profundamente el hecho y pedimos perdón por este doloroso caso a sus familiares y allegados”. Pero arrepentirse no justifica actos de barbarie como este, mucho menos con un pacto de cese mutuo de hostilidades como telón de fondo.
Según el Eln, la retención de Isarama, gobernador del resguardo Catru Dubaza Ancoso, del Alto Baudó, se produjo para “investigarlo” por supuestos nexos con “la inteligencia militar”.
Este hecho se convierte en la primera violación del acuerdo de Quito por parte de la guerrilla, y sus consecuencias podrían llevar al fin del proceso, dada la magnitud del caso.
El jefe de la delegación del Gobierno, Juan Camilo Restrepo, calificó el acto como “deplorable desde todo punto de vista” y “decepcionante”. Al tiempo, pidió al mecanismo de seguimiento y verificación del cese al fuego, formado por las partes, la ONU y la Iglesia católica, evaluar los hechos y sacar conclusiones que permitan determinar el real compromiso de la guerrilla con este proceso.
El Gobierno busca con el Eln la llamada ‘paz completa’, luego de llegar a un acuerdo con las Farc, pero los errores cometidos en el extenso y desgastante proceso de La Habana no pueden repetirse. La guerrilla al mando de ‘Gabino’ no debe poner las condiciones, sino cumplir las reglas de juego pactadas en la mesa.
Ayer, tras el reconocimiento del hecho por parte del Eln y su solicitud pública de perdón, la Oficina del Alto Comisionado para la Paz le exigió a la guerrilla “implementar acciones concretas para garantizar que hechos tan dolorosos como este no vuelvan a repetirse, y para que los responsables del asesinato del gobernador Isarama Forastero sean puestos a disposición de las autoridades”.
Sin duda es el primer paso para establecer la sinceridad del grupo insurgente. Que el Eln entregue a los homicidas, integrantes del Frente de Guerra Occidental Óscar Gómez, sería la mayor muestra de compromiso con una negociación que acaba de sufrir su peor traspié.
Lo que no puede hacer el Gobierno es voltear la mirada y pasar por alto este asesinato en busca de que los elenos no se levanten de la mesa. Eso sería darles carta abierta para tomar el control de la negociación a punta de nuevas atrocidades.