Colombia es uno de los países con las tasas de cesáreas más elevadas del mundo, y Atlántico ocupa el primer lugar entre los departamentos, con un porcentaje del 74,94% de los nacidos vivos. Esta situación, compleja por demás, va en contravía de la advertencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estima en menos del 15% el indicador razonable.

Que siete de cada diez niños atlanticenses nazcan por cesárea debe generar muchos cuestionamientos para las autoridades de salud. ¿Qué está pasando? Las interpretaciones son variadas, y van desde la decisión del médico ante el riesgo de un parto vaginal, el temor de la madre o el capricho de escoger la fecha exacta del nacimiento del bebé, hasta los beneficios económicos de este procedimiento para las entidades de salud.

El fenómeno es llamativo en la Costa, ya que después de Atlántico, en el escalafón nacional, se ubican los departamentos de San Andrés, Sucre y Magdalena. En cuanto a Barranquilla, la tasa de cesáreas es del 66%, según la Secretaría de Salud.

El mismo ministro del ramo, Alejandro Gaviria, calificó la tendencia a la cesárea como una “epidemia” en la que “subyace un fenómeno de contagio social, esto es, un cambio en las expectativas y preferencias de la población que coincide (y retroalimenta) un cambio en los protocolos médicos”.

Para contrarrestar este fenómeno, la Secretaría Distrital de Salud viene adelantando con las EPS, IPS y ginecólogos de Barranquilla una campaña de promoción para volver al parto natural y de esta manera disminuir las altas cifras de cesáreas en la ciudad y el Departamento.

Sin embargo, el mejor camino es la comunicación sincera y fluida entre la futura madre y su médico a la hora de tomar decisiones sobre el nacimiento.

No se trata de satanizar un procedimiento de comprobada eficacia (cirugía que ayuda al nacimiento de un feto por medio de una incisión del útero por vía abdominal), sino de racionalizar su aplicación para que no obedezca solamente al criterio de la paciente o a los ingresos que genera su práctica.

No hay que olvidar que la realización desmedida de cesáreas en algunos países de Suramérica, según la OMS, está exponiendo a las mujeres a nuevos problemas de salud, “como la inserción anormal de la placenta, que en la segunda cesárea alcanza al 40% de los casos, y a partir de la tercera supera el 60%, representando un riesgo de muerte materna por hemorragia”.