Aunque desde que se conoció de la visita de Francisco a Colombia la Iglesia afirmó que su viaje solo tenía una connotación apostólica, la presencia del Papa en el país durante cinco días tuvo un inevitable tinte político, debido a que el tema de la paz y la reconciliación marcó la agenda desde el primer día.
En Bogotá, ante más de un millón de personas que se dieron cita en el parque Simón Bolívar, Francisco llamó a poner “el bien común por encima de los intereses mezquinos” y dijo que “esta nación pagó caro sus divisiones”. Luego, advirtió sobre las cinco tinieblas que, según él, amenazan al país: la injusticia e inequidad social, la corrupción, el irrespeto por la vida, la sed de venganza y el odio, y la falta de sensibilidad ante el dolor de las víctimas.
En Villavicencio, tras escuchar conmovido los testimonios de un grupo de víctimas del conflicto armado, su discurso se alejó de cualquier posición partidista: “Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconciliar”.
En su insistente mensaje de apoyo a la paz, el Papa recalcó que esta no puede existir sin justicia y verdad. “No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón“, expresó, pero, acto seguido, remarcó que la convivencia debe basarse “en la justicia, en la verdad”.
En el último día de su gira, en Cartagena, Francisco reconoció implícitamente la complejidad de la noción de justicia en el contexto de la superación de conflictos armados, al hablar de la “delicada armonía entre la política y el derecho” que suele presidir los caminos de la pacificación.
Seguramente habrá interpretaciones divergentes de ciertos mensajes del Papa entre partidarios y detractores del proceso de paz. Pero, más allá de las discrepancias, si algo dejó inequívocamente claro el pontífice fue su exhortación a avanzar decididamente por el camino de la reconciliación.
El papel de la Iglesia y de los católicos dentro de la sociedad fue el otro gran tema de Francisco en Colombia. En Medellín, su tercera estación, el Papa consideró de la máxima importancia que quienes se declaren discípulos de la Iglesia dejen la comodidad de los despachos con aire acondicionados y salgan a la calle a transmitir el mensaje cristiano “cuerpo a cuerpo”.
Antes de partir a Roma, en Cartagena, el Papa hizo un encendido alegato por la dignidad de la persona y los derechos humanos, además de una nueva apuesta por la construcción de la paz con equidad y justicia social.
En suma: una visita que quedará grabada en la memoria de los colombianos, tanto por la extraordinaria bonhomía de Francisco como por su emotivo llamado a la unidad de nuestro atormentado país.