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Soñó el Chelsea, gracias al vengativo Raheem Sterling, con tomar el Etihad Stadium y someter al Manchester City a su primera derrota en casa del año. Soñó hasta que Rodrigo Hernández, experto en apagar incendios y desactivar problemas, enganchó uno de sus clásicos misiles y colocó un empate que aprieta aún más la Premier League.