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Solo le falta subirse al ring con Pablo Carrillo. Elizabeth Morales está con todo y en todas con su esposo. Es parte activa del proceso pugilístico antes, durante y después de cada pelea. Lo acompaña en los entrenamientos, en la sesiones de sparring, en las ruedas de prensa y, por supuesto, en los combates. Está en las buenas y en las malas, en los festejos y cuando hay que curar heridas. Sí, en todas.

Mañana no será la excepción y Elizabeth permanecerá en primera fila alentando al ‘Trencito’ en su pleito contra el estadounidense Dewayne Beamon, por el título continental americano supermosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), en el Coliseo Elías Chegwin.

'Yo peleo con él allá arriba siempre', dice Elizabeth orgullosa. 'Él es quien se sube, pero en realidad peleamos todos. La familia está acompañándolo. Uno como esposa es la que está en la casa y escucha: me duele aquí, que el masaje, que la comida, que el hielito... uno está en todo el proceso', comenta Elizabeth, que estuvo presente en la grabación del programa ‘En la jugada de EL HERALDO’, donde su esposo habló sobre la revancha contra Beamon, con quien ya se enfrentó el pasado 2 de abril, en el Coliseo Sugar Baby Rojas, en un duelo polémico que se declaró empatado tras un cabezazo del pugilista extranjero.

Ese difícil enfrentamiento no pone nerviosa a Elizabeth. Dice que ya no sufre tanto durante las peleas. 'Ya me acostumbre a todo lo de él como boxeador. Sí, la verdad es que sí. Ya estoy pendiente a cómo tira los golpes y a su comportamiento como boxeador. No estoy en la esquina, pero ya sé qué está haciendo bien y qué no en el ring'.

Sin duda es la admiradora número uno de su esposo, pero no solo en su condición de deportista. 'Como padre, excelente; como hijo, el mejor; como esposo, no tengo nada qué decir, es el mejor'.

Entre los dos se esfuerzan para que sus cuatro hijos salgan adelante y la carrera deportiva del ‘Trencito’ se mantenga encarrilada y alcance ese sueño por el que ha venido luchando: un título mundial.