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Eduardo Galeano inmortalizó la frase. 'No hay nada más vacío que un estadio vacío', afirmó el recordado escritor uruguayo.

Una neblina tapó las emociones que se evidenciaban en las canchas de fútbol de Barranquilla, antes de la Covid-19. Esa bruma ha empezado a desaparecer.

Los rectángulos verdes decorados con el color de la grama, o amarillos, por la tonalidad de la arena, en donde la ‘caprichosa’ vive dando tumbos con el fin de llegar a una portería y desatar el grito de gol, exigen y aclaman por el regreso de sus actores.

El primer paso se ha dado. Si bien el ritual sagrado del fútbol sigue detenido y, las gargantas continúan ahogadas por vociferar un gol, de a poco, con prudencia como la situación lo exige, el balón empieza a rodar.

Quienes cargan con la responsabilidad de esta labor, primeramente, son las escuelas de formación.

Hace casi siete meses, estos semilleros debieron cerrar sus puertas sin olvidar su función: el desarrollo de los jóvenes a través del deporte.

Ahora, 210 días después, las escuelas abrieron sus puertas con todos los protocolos de bioseguridad establecidos por la Secretaría de Deportes y retomaron sus obligaciones con cada joven que, algún día, quiere ser el próximo referente del balompié mundial.

El 21 de septiembre, la Secretaría de Deportes dio aval para que los clubes y escuelas de formación deportivas de Barranquilla reanudaran la práctica de sus disciplinas en entrenamientos individuales. Con este aval, las escuelas organizaron sus planes de trabajo para que sus niños regresaran, con todos los cuidados, a disfrutar del ejercicio, la convivencia sana y el deporte.

'El tema fue difícil. Esto duró casi siete meses. Pensamos que sería algo corto, pero cuando vimos que crecía, la situación fue crítica', afirmó José ‘Ringo’ Amaya, director de la Escuela Ringo Amaya, en entrevista a EL HERALDO.

Para el exfutbolista, la reapertura de las escuelas es un alivio para los jugadores, sus padres y los entrenadores.

'Aquí tenemos 25 profesores más la gente de la parte administrativa y todos dependemos de la escuela. Tuvimos que hacer esfuerzos durante este tiempo de cierre. Gracias a Dios, los niños ya pueden volver y despejar la mente', comentó Amaya.

El fútbol, como deporte, depende mucho del estado emocional de sus personajes. Para los pequeños futbolistas, volver a las canchas, los libera de una rutina forzada.

'Sacarlos de tanto internet es importante. Si bien es una herramienta útil, también puede ser perjudicial. Los niños están contentos con el regreso de la actividad individual', agregó el campeón con Junior.

Desde hace varias semanas, las escuelas han retomado sus funciones.

Pese al miedo de algunos padres, hasta el momento, la situación ha fluido de manera exitosa.

'El reinicio ha sido excelente. La relación de fidelidad que mantuvimos con los padres y el orden en los protocolos tiene a todos contentos', sentenció Amaya, que cuenta con más de 300 niños, pero solo puede entrenar 50 como máximo por sesión, según el protocolo.