Podría haber sido médico, pero el destino le llevó a ser ciclista profesional: Tom Dumoulin es un hombre acostumbrado a adaptarse a las nuevas circunstancias, lo que le ha permitido entrar en la historia del Giro de Italia, que conquistó este domingo en Milán.
De gran altura (1,86 metros) pero musculatura larga y fina (69 kilogramos), la 'mariposa de Maastricht', donde nació hace 26 años y medio, ha superado numerosos obstáculos hasta su consagración a los pies de la catedral de Milán. Entre otros, un problema intestinal que le obligó a una parada improvisada a los pies del Stelvio, el martes en la etapa reina del Giro.
Sin perder la sonrisa, este joven holandés con aspecto de actor de cine se tomó con humor esa urgencia fisiológica: 'No quiero entrar en la historia del Giro por haber hecho caca en un prado'.
Pero más allá de esa jornada, Dumoulin ha demostrado su metamorfosis como ciclista, pudiendo resistir en un Giro muy montañoso, cuando se consideraba que ese perfil le restaba muchísimas opciones de pelear por la victoria, sobre todo contra escaladores como el colombiano Nairo Quintana.
Su carácter fuerte y decidido, que a veces roza la arrogancia para algunos rivales, ha tenido mucho que ver, para desesperación de sus adversarios, que se enfadaron sobre todo con él por su táctica en el final de la 18ª etapa, en Ortisei. Dumoulin se apoyó en corredores de otros equipos y controló en la medida de lo posible a Quintana y Vincenzo Nibali, para poder resistir.
Sus cualidades físicas también han cambiado y le han permitido evolucionar. Ha trabajado mucho y bien para mejorar en la montaña, ganando potencia, pero sin perder efectividad en la contrarreloj, donde es uno de los más fuertes del momento.
'En la vida hay muchas cosas sorprendentes', dijo Dumoulin durante este Giro. Su trayectoria es la prueba de ello: a los 19 años no fue finalmente seleccionado para los estudios de Medicina que había solicitado. 'Fue por un sorteo, debido a que el número de plazas era limitado', puntualiza.
Un médico frustrado. Fue una decepción para su padre, biólogo. Y fue entonces cuando centró los esfuerzos en el ciclismo.
'No estaba especialmente apasionado con ello', explicó al diario italiano Corriere della Sera. 'Más allá de la Medicina no había otros estudios universitarios que me gustaran, pero vi una llegada de la Amstel Gold Race y me encantó. Los aplausos de la gente, el ruido de los helicópteros, la voz del +speaker+ ensalzando al vencedor...', cuenta sobre el día que decidió apostar a fondo por el ciclismo.
En 2012 pasó a ser profesional en la formación que luego se convirtió en el actual Sunweb. Participó en 2013 por primera vez en el Tour de Francia y consiguió su primera victoria en 2014, en una etapa contrarreloj del Criterium Internacional en la isla francesa de Córcega.
La contrarreloj, su especialidad de origen, ha sido clave para su victoria este domingo en Milán, ya que gracias a ella pudo superar el retraso que llevaba con Quintana, Nibali y el francés Thibaut Pinot.
El año pasado se colgó la medalla de plata olímpica de contrarreloj en Rio-2016, únicamente superado por el suizo Fabian Cancellara.
Desde la Vuelta a Suiza de 2015, Dumoulin ha ido dándose cuenta de que también podía tener algo que decir en la montaña.
Cedió 'in extremis', en la víspera de la meta, el triunfo en la Vuelta a España de 2015 (fue 6º finalmente), pero continuó con una trayectoria ascendente.
Dumoulin, que tiene un apellido de origen valón pero que apenas habla unas palabras en francés, sabe transformarse y metamorfosear, por eso un diario holandés le bautizó como la 'mariposa de Maastricht'.
Pero a él no le termina de gustar ese apodo: 'Preferiría algo más fuerte, más como el +Tiburón de Mesina+ (Nibali) o el +Cóndor+ (Quintana)'.
En el imaginario animal de los héroes del Giro, Dumoulin ya tiene su lugar entre los grandes.