Con el trofeo en la mano llegó el recuerdo de las dos horas de caminata para llegar hasta el entrenamiento porque no tenía plata para transportarse en bus. Los consejos de sus padres Heivis Toledo y Sandra Ortiz también llegaron a su mente. Tampoco se olvidó de la persona que le ha tendido la mano y creyó en sus condiciones futbolísticas: Jabith Rodríguez (su primer entrenador).
Rony Toledo Ortiz le hizo una gambeta a los que querían influenciarlo por los pasos malos en su barrio Villa Carmen, de Soledad, y se dedicó a su futuro como futbolista.
Toledo fue pieza clave en el título nacional que logró la selección prejuvenil del Atlántico. El chico flaco de 16 años comienza a ver los primeros frutos de una cosecha que espera seguir recogiendo con el pasar de los años.
'Desde niño soñaba con ser campeón. La gente criticaba mi vestir y hablaban de mí a mis espaldas, eso me molestó un poco. Me decían que iba a terminar como los compañeros con los que andaba. Nunca me ofrecieron vicio. Dios me cambió, el profesor y mis padres me dieron muchos consejos. Ya no soy el mismo de antes', sostiene con la mirada cabizbaja el jugador que juega en el Barranquilla sub-17, que hace parte de las divisiones menores del Junior.
El joven volante creativo sabe que el sacrificio hecho no fue en vano y que ahora es cuando más debe seguir con los pies en la tierra.
'Me tocaba caminar de Soledad hasta Simón Bolívar. El entreno era a las 3 y salía como a las 12 de la casa. Llegaba sudado y allá le pedía a mis compañeros para regresarme, yo no iba a caminar de nuevo', expresa en medio de risas.
Rony dice con firmeza que Jabith Rodríguez ha sido como un segundo padre para él. El fundador de la escuela Semillas de Curramba y asistente técnico de la selección Atlántico, sonríe cuando se le preguntan por las condiciones de su pupilo y narra cómo lo encontró. 'Un padre de familia me recomendó desde muy pequeño a Rony. Lo apoyamos tanto que decidí llevármelo a vivir a mi casa. A Rony lo tengo desde los 8 años. Le doy gracias a sus padres por brindarme esa confianza y ellos decidieron que el niño estuviera en un entorno mejor. Cuando él se iba para su barrio y regresaba a mi casa venía como transformado, con otra mentalidad y por ese aspecto que traía de allá a veces lo pelaos lo trataban como drogadicto, pero no es así. Yo conozco mucho a Rony y junto con sus papás lo seguimos educando', cuenta el ayudante de Evert Salas.
Rony, admirador del fútbol de Neymar, espera seguir alcanzado sus sueños. Su próximo paso es brillar en el Junior y a largo plazo cumplir un deseo muy fuerte. 'No tenemos casa propia y le quiero regalar una a mi mamá', sostiene mientras se le escapa una lágrima.