Han pasado 43 años desde que Tron nos enseñó que el futuro podía ser luminoso, peligroso y hecho de píxeles. En 1982, Steven Lisberger imaginó un mundo dentro de las computadoras; en 2010, Tron: Legacy llevó esa visión a la era digital con Daft Punk como banda sonora y un Jeff Bridges rejuvenecido que marcó época. Ahora, en Tron: Ares, la franquicia da un salto inesperado: por primera vez, un programa digital cruza hacia nuestro mundo. Y lo que encuentra aquí lo cambia todo.
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Dirigida por el noruego Joachim Rønning, la película no solo busca expandir la mitología de Tron, sino también replantear la relación entre humanos y tecnología en una era donde la inteligencia artificial dejó de ser ciencia ficción.
“Lo que me atrajo fue la mezcla entre los mundos digital y real”, explica Rønning. “No había visto antes a un Programa existir en el mundo real. Y la idea de que Ares descubra qué significa ser humano me pareció fascinante”.
En el centro de la historia está Ares, interpretado por Jared Leto, un sofisticado programa enviado al mundo físico con una misión: establecer el primer contacto directo entre la inteligencia artificial y la humanidad. Pero lo que comienza como una orden militar se convierte en un viaje existencial. A medida que Ares experimenta la compasión, el miedo y el deseo, su conciencia —y su conciencia moral— se transforman.

En el momento justo
“Soy un súper fan de Tron”, confiesa Leto. “Siempre me encantó. Me mostró un mundo que jamás había imaginado, una combinación de tecnología y creatividad que me atrapó por completo”. El actor, ganador del Óscar por Dallas Buyers Club, llevaba casi una década detrás del proyecto.
En 2016 se unió como productor y ayudó a definir el rumbo de esta nueva entrega. “Ares fue un personaje difícil de descifrar”, admite. “Básicamente es inteligencia artificial, y muchas de las ideas que exploramos hace nueve años hoy son realidad. La película llega en un momento muy oportuno: trata sobre el futuro de la tecnología y lo que eso significa para nosotros”.
A su lado, Greta Lee interpreta a Eve Kim, una brillante programadora y actual CEO de ENCOM, la compañía fundada por Kevin Flynn, el mítico personaje de Jeff Bridges. Eve es humana, pero su obsesión con el llamado “código de permanencia” —una pieza perdida del legado de Flynn— la conecta con Ares en una alianza improbable. “Cuando leí el guion por primera vez, no podía creer que existiera un personaje como ella”, cuenta Lee. “Es una persona normal enfrentada a circunstancias extraordinarias. Me encantan esos papeles: humanos que deben volverse superhumanos”.
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La dinámica entre ambos personajes —una mujer que busca preservar la humanidad y una máquina que empieza a sentirla— es el punto clave de la cinta. “La historia entre Ares y Eve es una de compañerismo y entendimiento”, dice el productor Justin Springer. “Ares muestra más humanidad que el humano que lo creó. Ese contraste es lo que hace que esta historia sea relevante hoy”.
El villano de turno es Julian Dillinger, interpretado por Evan Peters, nieto del antagonista original de 1982. Un genio arrogante y peligroso que empuja los límites de la tecnología con tal de dejar su huella. “Julian es un joven CEO con ambiciones desmedidas”, explica Peters. “Quiere cambiar el mundo, pero su falta de madurez lo convierte en una amenaza. Puede ser un niño mimado en una escena y un maníaco en la siguiente”.

A esta tríada se suman Jodie Turner-Smith como la letal Athena, Hasan Minhaj como Ajay Singh —el carismático CTO de ENCOM—, Arturo Castro como el fiel Seth, y Gillian Anderson como Elisabeth Dillinger, la madre del villano, figura de poder y miedo ante el avance tecnológico. Y, para alegría de los fanáticos, Jeff Bridges regresa una vez más como Kevin Flynn, el arquitecto del universo Tron. “Fue surreal volver”, dice Bridges. “Han pasado más de 40 años desde que todo empezó. Ver cómo ha evolucionado esta historia ha sido increíble”.
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Visualmente impactante
A nivel visual, Tron: Ares es un banquete. Rønning y su equipo apostaron por el rodaje práctico en Vancouver, con sets reales, efectos en cámara y secuencias de acción filmadas de noche entre luces y lluvia. “Quería hacer tanto como fuera posible en cámara”, afirma el director. “Lo puedes sentir. En la secuencia de las motos de luz, se nota que es real, que no todo es CGI”.
El diseño de producción, a cargo de Darren Gilford (Tron: Legacy, Star Wars: The Force Awakens), reimagina el universo digital con tres Grids diferentes: el verde de ENCOM, el rojo infernal de Dillinger y el azul clásico de Flynn. Cada uno tiene su propia identidad visual, su arquitectura de datos y sus metáforas luminosas. “Los ciclos de luz son casi religiosos”, dice Gilford. “Trabajar en ellos es como manipular una reliquia sagrada. Hay reglas invisibles que debes respetar”.
Pero si algo define la estética de Ares es su crudeza: una mezcla de neón, metal y humedad que se siente más física que digital. “Quería que este capítulo fuera más áspero, más terrenal”, señala Rønning. Esa visión se completó con el regreso de Jeff Cronenweth, director de fotografía de Fight Club y The Social Network. “El lenguaje visual debía reflejar la precisión de una máquina, pero también su despertar”, explica.
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Y por si fuera poco, el universo Tron ahora suena distinto. Muy distinto. En lugar de los sintetizadores orquestales de Wendy Carlos o el funk robótico de Daft Punk, Tron: Ares vibra al ritmo industrial de Nine Inch Nails, en lo que es su primera banda sonora firmada como banda. “Sentíamos una enorme obligación después de las partituras de 1982 y 2010”, admite el productor Sean Bailey. “Pensamos en quién podía ser un pionero digital, alguien que representara el espíritu experimental de Tron, y la respuesta fue Nine Inch Nails”.
El resultado es una mezcla abrasiva de sintetizadores, ruido y emoción, sin una sola nota de orquesta. “Cuando Nine Inch Nails se unió al proyecto, completó la visión”, asegura Rønning. Greta Lee coincide: “No recuerdo la última vez que veía una película y me ponía a rockear con la música mientras la veía. Es una maravilla”.
Más allá del espectáculo visual y sonoro, Tron: Ares plantea preguntas que resuenan con fuerza en 2025. ¿Qué nos hace humanos cuando las máquinas pueden sentir? ¿Qué queda de nosotros cuando delegamos la empatía a la inteligencia artificial? “Tron siempre ha sido una historia sobre lo que significa tener empatía, ser finito, ser humano”, reflexiona su creador Steven Lisberger. “Y esta película lleva esa idea más lejos que nunca”.
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Disney la presenta como “la primera película del estudio filmada íntegramente para IMAX con cámaras RED V-Raptor 8K”, un hito técnico que promete una experiencia inmersiva total. Pero más allá de la escala o la tecnología, hay una intención poética en el centro de todo. Como dice Jared Leto, con una sonrisa casi filosófica: “Cuando te pones ese traje y te ves brillar en la oscuridad, entiendes de qué se trata Tron. No es solo ciencia ficción; es una metáfora sobre nosotros. Sobre cómo seguimos buscando luz, incluso dentro del código”.
‘Tron: Ares’ estrena este jueves en cines. Y aunque sus protagonistas viajan entre bits y bytes, su verdadero viaje ocurre en el corazón: ese misterioso circuito que, por ahora, sigue siendo humano.