La carta fue dirigida por Simón Bolívar al comodoro francés Louis Michel Aury, quien había participado como oficial naval de la Nueva Granada en la defensa de Cartagena frente al asedio de Pablo Morillo. Las relaciones de Bolívar no terminaron bien con sus hombres de mar pues el Almirante Brion murió moralmente afligido en su natal Curazao, el general José Padilla fue fusilado en un juicio sumario e inicuo y Louis Aury, rechazado y humillado, murió en Providencia sin haberse reconciliado con Bolívar. Una copia de esta carta fue anexada por el propio Aury al informe que remitió desde dicha isla el 15 de julio de 1821 al Congreso de Colombia reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta.
Bolívar recuerda en esa misiva a Monsieur Aury que las desavenencias que han existido entre este y los jefes reconocidos de la Nueva Granada han afectado de un modo considerable la causa de la libertad. Aury enarboló en sus naves las banderas de países como México, Santiago y Buenos Aires. Esto fue considerado inadmisible por Bolívar: “Todas las embarcaciones que estarán en la expedición deben tener el único pabellón que estoy autorizado a enarbolar: aquel de la Nueva Granada”, le escribe con firmeza. Le recuerda al francés que había contraído compromisos con el Gobierno de la Nueva Granada y “es sorprendente que el señor Aury se haya comprometido con otro gobierno que no está reconocido ni puede serlo”, señala refiriéndose al gobierno de México. Cuando Aury recuerda los gastos en que incurrió en la evacuación de la guarnición de Cartagena en 1815, Bolívar le responde con indignación: “La proposición no es de mi incumbencia, mi autoridad no es suficiente para reconocer deudas del gobierno de la Nueva Granada y las fuerzas pagadas por el pueblo de Venezuela, pues sería una injusticia exigir mayores sacrificios a un pueblo cuyos recursos están ya agotados”.
Las tensiones entre Aury y el mando naval republicano muestran que los corsarios, aunque indispensables para ganar la guerra en el mar, fueron también percibidos como mercenarios marítimos sin lealtad. El almirante Brion amenaza con denunciarle ante las potencias marítimas como pirata. Figuras como Louis Aury estaban constituidos por una mezcla de idealismo político y pragmatismo económico. Acertadamente ha señalado el investigador Edgardo Pérez Morales, que, como muchos corsarios, Aury tuvo que calibrar sus objetivos personales y sus propias ideologías políticas cambiantes frente a la dinámica de los conflictos internacionales igualmente cambiantes.
Aury prestó grandes servicios a la república. Proclamó la independencia del Archipiélago de San Andrés y Providencia en julio de 1818, un año antes de la Batalla de Boyacá. Atacó en 1819 posesiones españolas en Centroamérica y concibió operaciones militares sobre el Chocó. Cuando en 1820 movió sus naves hasta Sabanilla para reforzar a la flota colombiana declaró con amargura: “Se me expulsó del territorio que había adoptado y jurado por mi patria y en el que he disfrutado los honores, honras y privilegios de los demás de mis conciudadanos”. Cuando murió en Providencia pocos días después de redactar su informe al congreso era ya un auténtico ciudadano colombiano.
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