Sucedió hace tres décadas. Viajaba con un amigo francés desde la capital a mi ciudad y cuando estábamos a bordo él, visiblemente nervioso, me pregunto si el avión en que volaríamos era de fabricación nacional.
Precisamente, le informé, volaremos en un Caravelle, fabricado en Francia. Él respondió que entonces estaba bien montado, recuperó la calma y, confiado, disfrutó plácidamente del viaje. En cambio, me quede cavilando en su reacción y me pregunto hasta hoy ¿qué es la confianza?, ¿cómo se construye? y ¿en que se fundamenta?.
Mi amigo francés no solo confiaba en los fabricantes de la aeronave, sino en el conocimiento científico y tecnológico que había detrás. Creía en la supervisión de las autoridades aeronáuticas de su país y, especialmente, confiaba en su idea de comunidad en donde los miembros comparten normas y valores, colaboran, cooperan y generan redes para lograr sus intereses y mantener el beneficio mutuo
En estos días de cuarentena he recordado mucho ese suceso porque las transacciones económicas que algunas personas realizan han tenido como experiencia común la desconfianza y la frustración. Muchos ciudadanos hacen compras virtuales para adquirir alimentos, muebles y otros artefactos del hogar. Algunas amas de casa confiesan que sus listas de mercado parecen haber pasado por pequeños naufragios en los que faltan productos de poco valor que pocos reclamarán, pero, con todo, eso no es justo. Las llamadas líneas de atención actúan realmente como líneas de distracción con grabaciones impersonales que irritan al consumidor y le hacen perder el tiempo. Algunos almacenes de grandes superficies en Barranquilla habitualmente incumplen y defraudan las expectativas de quienes les compran. Muy diligentes al vender y cobrarse sumas al instante de las tarjetas de crédito al parecer se disponen a entregar los pedidos el mismo día en que se descubra y se valide la vacuna contra el coronavirus.
Varios amigos han sido víctimas de estos corsarios del comercio. Después de esperar inútilmente durante un mes la entrega de una silla y un escritorio para mejorar sus condiciones de teletrabajo un ciudadano solicitó el reembolso de su dinero y la cifra ofrecida correspondía solo a la mitad de la suma que se descontaron. De esta forma algunos entes comerciales hacen su agosto durante la pandemia ¿Y dónde está la Superintendencia de Industria y Comercio? Todo indica que habita en un exoplaneta.
Estas conductas de poderosos grupos económicos surten sobre el árbol de la confi anza colectiva los mismos efectos que la actividad de las termitas tienen sobre la madera. Las normas de una sociedad están hechas justamente para reducir el riesgo y la incertidumbre. Si no podemos confiar en los individuos al menos deberíamos poder confi ar en las instituciones como mediadoras y generalizadores de la confi anza. En estos momentos el cumplimiento de nuestros propios roles en la vida social puede contribuir a aumentar las expectativas de persistencia común. La confi anza debe ser asumida como un prerrequisito para mantener el orden social. De mi parte después de las decepciones cotidianas de las grandes firmas comerciales reitero vigorosamente mi confianza en el modesto tendero de la esquina.
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