Una tranquilidad extraña llega hasta mi casa, a pesar del alboroto de una ciudad desaforada, que bailó hasta el amanecer. Una tarde de sábado de Carnaval salimos a caminar por el boulevard y encontramos disfraces, sentados en los bordillos con cara de cansancio enorme, habían regresado de la Batalla de Flores, de la vía 40 y esperaban transporte para sus barrios.

Otros disfraces estaban sentados en las esquinas, que ofrecían tiendas abiertas y sillas para captar a los carnavaleros que regresaban de la vía 40 y todavía tenían fuerzas para quedarse a bailar en el camino. Llegamos a el restaurante ‘Parrilla Libanesa’, llenísimo de gente, adentro y afuera, esperando para comer y bailar.

Una joven disfrazada sentada en el sardinel, le preguntó a mi compañera, que por qué me llevaba agarrada del brazo, y yo contesté, para que no pueda bailar, un susurro persistente se levantó del sardinel y al unísono cantaron ahahahahah dejala bailar, dejela bailar. 

Regresamos a casa, convencida que me había "tocado el carnaval" y sintiéndome extrañamente feliz...

Un sugerente toque de tambor me baja a la realidad, y pasa la reina Melissa, muy puntual, con un disfraz que desafía toda descripción, asombroso. Así fueron todos sus disfraces, un homenaje al Patrimonio y al público, que pudo llegar temprano a casa, gracias a la organización de la sra Sandra Gómez, directora del Carnaval S.A.

Este año tuvimos una experiencia nueva, de los propios bancos de mi casa, surgió una reina popular, Angie Montero, egresada de la Universidad Autónoma, con título en Comunicaciones. Elegida por su barrio, Ciudadela 20 de Julio. Desde ese momento cambió por completo el ambiente de la oficina, no sabíamos cómo manejar el hecho de una reina entre nosotros. No creo que fueran las permanentes flores en la cabeza, ni los “permisitos” para reunirnos con la Reina Principal: Melissa, (que se portó como una reina de verdad cuando hizo donación de su coleccion de polleras a todas y a cada una de las reinecitas populares)…Fué algo indescriptible, algo de otra dimensión que flotaba en el aire y nos hacía partícipes de ese fenómeno milenario que es el Carnaval de Barranquilla.

Nos habla Angie: “No olvidaré el reconocimiento que recibí de la gente, por donde pasabamos, aplausos y mi nombre sonaba en la calle, y me sentí valiente y con la fuerza suficiente para enfrentar las responsabilidades que sabía muy bien me esperaban al final del desfile”.

PD: Para la reina Gabriela, donde quiera que esté, son estas palabras que te “gustaron tanto, y las comparaste con el estilo de un autor tan significativo, que no he podido olvidar tus elogios”.