De día y de noche debemos tener un ritual para el cuidado de nuestra piel, tanto del rostro como del cuerpo. Lo ideal es que esto se convierta en una rutina que disfrutemos, por eso debemos cuidar de los productos que más nos favorecen y gustan. Hacer de este ritual una rutina no es la idea, por eso debemos utilizar cosas que disfrutemos, que notemos la diferencia al utilizarlas y nos agrade su textura y olor.

Aquí comienza lo que llaman layering, que son capas sobre capas de productos que hidratan y hacen ver una piel impecable. El desmaquillante es clave para retirar el exceso de maquillaje que siempre queda en nuestra piel. Siempre debemos lavar el rostro con un jabón especial para su cuidado. Hay unos más secos que otros, todo depende de la necesidad de nuestra piel.

Lo ideal es iniciar desde el producto más ligero hasta el más grasoso o aceitoso. Por este motivo empezar con el sérum es una gran idea. Este producto es mucho más suave, contiene menos aceite y absorbe rápido. El sérum puede utilizarse dos veces al día, en la mañana y en la noche. Después de aplicarlos es ideal esperar unos segundos o minutos antes del siguiente producto, por este motivo mientras la piel lo absorbe debes seguir con el contorno de ojos. La piel de esta área es bastante delgada y delicada, es una de las que más cariño necesita de nosotros, pues ahí se puede hacer evidente la edad. Además, el contorno de ojos depende en gran parte del éxito de nuestro maquillaje por eso debemos tenerlo siempre muy bien hidratado.

Llegó el momento de pasar a la hidratación facial. Ya el sérum se ha absorbido, así que es tiempo de utilizar una crema o loción ligera dependiendo de la edad y textura de la piel. Después de esperar unos minutos, lo ideal y extremadamente necesario es que sellemos el proceso con el bloqueador solar, un paso importantísimo para el futuro de nuestra piel. De esta pantalla protectora depende en gran parte que nuestra piel tenga manchas, pecas, etc., por eso es inevitable utilizarlo.

El cuerpo también necesita hidratación, ahora este paso es mucho más fácil y es un ritual mucho más corto y con menos productos. Podemos empezar el ritual desde el momento en el que nos bañamos. Ahí podemos utilizar un aceite de ducha, estos generalmente son mucho más hidratantes que un jabón normal y a pesar de ser aceite se retira con abundante agua y se convierte en un jabón hidratante. Lo ideal es encontrar la crema o el aceite que mejor le va a nuestra piel, con el que sentimos mayor hidratación. No todos actúan de la misma manera con todas las pieles, por eso debemos ser selectivos a la hora de escoger cuál es el producto al que le destinamos la hidratación de nuestro cuerpo. Los aceites muchas veces son los mejores para hidratar pero en el día pueden ser contraproducentes porque muchas veces manchan la ropa, por eso si optas por el uso de un aceite, cualquiera que este sea, es mejor que lo utilices de noche. En el día preferiblemente las cremas van mejor porque manchan menos la ropa. Lo ideal es humectar totalmente el cuerpo después de salir del baño.

En la noche, antes de irnos a dormir podemos continuar con la hidratación de nuestra piel al volver a utilizar la crema o el aceite que nos guste, entre más la consintamos, mas notaremos la diferencia.