La autopista bloqueada, tremendo trancón, mucha bulla, pero la cosa quedará en nada, no importan los válidos argumentos, ni las normas universales, ni el sentido común, nos volverán a clavar, y con saña. El de Papiros, que para remate lo encarecieron, es un peaje antitécnico por su cercanía con el anterior, dos cobros a poca distancia, en la misma vía, por demás inconclusa. Ubicado, además, con el único propósito de afectar a Puerto Colombia, residentes y colegios que se asentaron allí precisamente por tendencia de crecimiento urbano, lo pusieron para clavar a los barranquilleros que tienen a sus hijos estudiando en Puerto, erróneamente supuso el gobierno que son adinerados, no importa que de paso se afecte a la ciudadanía porteña, que la cosa implique incremento en los pasajes de bus y en los costos de movilización particular, hay que joderlos por ser del Caribe, aunque resulte más simple y más lógico incrementar un poco el costo en el peaje anterior, gente que viene de paseo o de Cartagena o de los pocos sitios de solaz, igual los números se cuadran con volumen o con tiempo. Ahora menos resolverán porque, ya sabemos, Petro nos detesta, aunque la agresión provino de anteriores gobiernos, el centralismo puro dándonos palo.

Protestamos, sí, hacemos, paros, ponemos carteles, pero hasta ahí. No nos paran bolas, nos ignoran. Así es con todo lo nuestro. Que si la Fórmula Uno, que si los Panamericanos, que si la vía a Ciénaga. El centralismo, y ahora más con Petro, se opone y boicotea todo lo que nos signifique progreso y avance. Más grave: El interior del país con modernas carreteras, viaductos y túneles, pero el recobro de la valorización lo comenzarán por aquí, una líchiga vía inconclusa. La discriminación es evidente, descarada. Lo peor: Las descomunales tarifas de energía no mortifican al gobierno, sólo hablan, prometen, pero nada.

Y no es que no tengamos voz: En el senado nuestra representación atlanticense, muy calificada, significa el ¡ocho por ciento! del total de senadores. Desde el presidente Efraín Cepeda, los senadores Gómez Amín, Carlos Méisel, Zabaraín (éste hasta propuso un paro legislativo, pero no encontró eco) hacen sentir su voz, se lucen, lo hacen bien, aunque individualmente. Los que menos se muestran, Claudia Pérez, Laura Fortich, José David Name, y hasta Pedro Flores del Pacto también apoyan, pero como si nada.

Es imperativa una decidida acción de la Bancada Caribe, hasta ahora inane. Porque los de aquí no pesan, los ignoran, nada han podido hacer contra el brutal centralismo.

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