Lo de las tomas guerrilleras, paro armado, secuestro a los militares, y lo del orden público es sólo una de las tenebrosas estrategias petristas para fortalecer a los malandros que serán su bastión, y desestimular a la Fuerza Pública para que se quede “en babia”. El país está tomado por los delincuentes, sin que el gobierno haga nada por evitarlo. En el occidente los bandidos decretan “paros armados”, toca suspender toda actividad y, ¡hay del que lo viole! O sea, ellos gobiernan. Ya es frecuente que “campesinos”, indígenas que se dicen “comunidad” secuestren militares, cuyas armas no pueden utilizar, porque los envainan. Es, hasta ahora, su plan “A”: Perpetuarse a la brava, apelar a alguna excepción y, mientras la Corte se la tumba, quedarse ahí atornillado, a ver quién es tan bravo que revire. El improbable “Plan B”, que se veía lejos, toma cada vez más fuerza: tienen gobierno, dinero, poder, adeptos, y algunos parlamentarios para manejar un proceso electoral a lo Maduro. Lo peor, aquéllos que se muestran firmes, caen en las encuestas, como en el caso de María Fernanda Cabal, que la gente la tilda de demasiado agresiva, aún se piensa que la cosa es para manejar con guante de seda. País de pusilánimes.
No es sólo el orden público. Se apoderó de la salud, y tiene anulado a Ecopetrol. Prohíbe la exportación de gas, y suspende la exploración de petróleo. Y va por más. De a poco destruirá el país. Se sigue creyendo que sin chistar Petro entregará el poder. Vana ilusión. Si no se bloquea pronto el avance destructor, para salvar al país vamos a necesitar un milagro.
Coletilla: Muy exitosa estuvo la visita de Fernando Ocáriz a Colombia, después de pasar por Chile y Ecuador, visita conmemorativa, pues hace cincuenta años San José María Escrivá de Balaguer hizo el mismo recorrido por estas tierras, divulgando su mensaje de amor y santidad. Esta vez los medios no destacaron la visita del Prelado pues, claro, lo que vende hoy por hoy no es el amor al prójimo ni el cumplimiento de los deberes. Empero, fue masiva la asistencia a la ratificación del apego a la doctrina del OPUS DEI que, de extenderse y masificarse, otro país estaríamos viviendo. Pero es imperativo que se imponga la mentalidad de, en toda actividad terrenal, buscar la excelencia para alcanzar la santidad, la cual no exige rezar todo el día ni vestir ningún hábito, sino que sólo requiere ser buen miembro de familia, trabajar buscando el mejor resultado, respetar las normas, y actuar con lealtad y rectitud. O sea, la santidad está al alcance de todos.
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