Obligatorio referirse a la Selección Colombia y su buen papel en la reciente Copa América; se posicionó por encima de las selecciones que antes nos ninguneaban. Ya no somos la cenicienta suramericana. Tal crecimiento se verá en las eliminatorias. Desacostumbrados a disputar finales, tremendo compromiso intimidante, nuestros muchachos no jugaron su mejor partido, nos faltó jerarquía y, aunque competimos contra Conmebol, contra el árbitro y contra el campeón, fuimos los mejores, aparecieron nuevas figuras y, nuestra estrella James brilló como en años anteriores. Bien por ellos y por el equipo de Lorenzo, el técnico argentino que nos devolvió el amor por la tricolor. Se lucieron también Shakira con su show, y Karol G, cantando el himno nacional. Lamentablemente apareció un lunar, brotó el vandalismo que hace pocos años montó auspició y exacerbó Petro con su primera línea, lo volvieron moda contra vitrinas y buses, y no se pueden abstener del salvajismo, que lo exportaron al partido de la final. Total solidaridad con Ramón Jesurun, víctima del salvajismo, de un descriteriado guardia del estadio, y de la inoperancia de los administradores.

Obligatorio también referirse al atentado que sufrió el candidato presidencial Donald Trump, por centímetros no lo mataron, la imagen del tipo ensangrentado y puño en alto lo tiene disparado tanto en las encuestas como en los aportes monetarios, es el virtual presidente, y USA volverá a ser grande. Empero, la embarró con el vice escogido, un man Vance que debe ser petrista porque la semana pasada despotricaba contra Trump, y hoy lo alaba. Vainas de las vanidades y los intereses de la política.

Por último, obligatorio referirse al manido “Fast Track”, un invento santista (siempre Santos inventando pilatunas) para aprobar de rapidez aquél rechazado en las urnas acuerdo fariano. Ahora buscan agilidad para aprobar un Acto Legislativo que permita al presidente, a punta de decreto, modificar la Constitución para, no sólo prolongar su período y otras barbaridades sino, importante para ellos, prorrogar ése acuerdo santista que vence en el 26, de tal manera que los guerrillos puedan conservar sus curules hasta quién sabe cuándo, y sumar votos en las discusiones de los proyectos mamertos. Es, entonces, un disfraz para cumplirle a la guerrilla. Pero Santos contaba con mayorías sometidas que el petrismo no tiene, y es casi seguro que el Congreso esta vez no se haga el Harakiri, ahí estarán Fincho en el senado y Katherine Miranda en la cámara para imponer sensatez y doctrina.

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