Está bien la euforia por el inocultable éxito de las marchas en todo el país, que fueron multitudinarias, vehementes, y con participación de todos los sectores y estratos. Además, ningún político intentó algún protagonismo o autoría. O sea que el mensaje a Petro fue masivo, directo y claro: El país entero rechaza su forma y estilo de gobernar. Pero hasta ahí. Porque el destinatario del mensaje es paquidérmico, ninguna pulla o dardo le afecta; es sordo, no escucha sino su propia voz; y es unidireccional, nada ni nadie es capaz de desviarlo de su obcecado rumbo.

Al principio creyó que sería fácil en el Congreso sacar adelante sus propósitos destructivos. Casi lo logra, porque engañó nombrando algunos ministros sensatos. Pero el tiempo apremiaba y los reemplazó por sus ideologizados e ignorantes cómplices y, claro, comenzó el desastre que, si no fuera por Margarita Cabello, quién sabe dónde estaríamos. Aún tiene a los del Pacto Histórico y afines, y a uno que otro liberal que sigue a Gaviria en su afán de proteger a Simoncito, pero no logra imponerse, y peor después del rechazo del domingo. Así que cambió de estrategia, y pensó que su embeleco podría imponerse sin acudir al Congreso ni a las Cortes, sólo necesitaba al pueblo, y repetía que en su condición de constituyente primario el pueblo podía dictar modificaciones a todo, y por ello las programadas giras por todo el país para conformar cabildos que, unificados, condujeran a la ilegal convocatoria a una constituyente. Pero el domingo estableció que pueblo no tiene. Si alguna vez lo tuvo, lo perdió.

A su marcha del primero de mayo, claro, debidamente engrasados con dineros públicos o sea de la gente, asistirán todos los indígenas (quién sabe si todos, porque hasta en Cauca la marcha fue multitudinaria) traídos en muchos buses, todos los malandros de los carteles que quieran exponerse a un canazo, los maestros de Fecode, los empleados públicos (¡ojo. Margarita!), sindicatos y la primera línea que ya no es primera, y otros cómplices. Pero no sumarán mucho. Será una chichigua frente a lo que ya vimos.

Algunos aspiran a que Petro, ante la apoteósica marcha, atienda la manifestación ciudadana pidiéndole que no siga por ahí, que el país no lo acompañará si no cambia. Vana ilusión. Petro no va a cambiar. Al revés, se volverá más radical. Para impedir que continúe destruyendo, sólo hay un camino: juzgarlo, destituirlo, y enfrentar una eventual e improbable reacción masiva de malandros para defenderlo. Empero, ¿Masiva? No. Masivo fue lo del domingo.

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