Andamos tan escasos de líderes que hoy el desvariado Petro funge como el adalid de la política colombiana. Aparecen, sí, jefes de partidos, bancadas o grupos, pero ninguno de ellos los aglutina, nadie los lidera, tal vez por los egos, o porque los políticos han cambiado. Nuestros líderes políticos solían caracterizarse por intelectuales, cultos, con amplia preparación académica, seguían las intervenciones de los caudillos de antaño, se formaban desde jóvenes para ser líderes de sus respectivos partidos. Sus primeros pininos los hacían en el colegio donde identificaban los principales problemas del estado y sus gobernantes para así, una vez expuestas las dificultades, plantear las soluciones y planes totalmente viables en aras de captar al futuro electorado de su región; eran de un comportamiento ejemplar tanto público como privado; se rodeaban de amigos con el mismo perfil, siempre estudiosos, y se morían por emular a los grandes escritores, científicos, políticos y personajes.
Atrás quedaron reconocidos oradores como Gaitán, Alzate, Gerlein, congresistas que era un placer escucharles, con un léxico y vocabulario que fácilmente podían ser miembros de la Real Academia Española y, sobretodo, moldeaban sus discursos dependiendo del auditorio y del recinto donde se encontrarán, para facilitar la comprensión de su público.
Hoy los congresistas que figuran y se muestran como líderes de sus bancadas son de otro perfil, ya no están los políticos intelectuales, formales y estudiosos de décadas anteriores para ser reemplazados por influencers, youtubers, tiktoker, manifestantes y hasta exguerrilleros. Sus intervenciones en el congreso van acompañadas de rechiflas, alaridos y agresiones desmedidas y sin sentido, donde sus argumentos solo se basan en la auto denominación excéntrico, afro, o de “extracción humilde”, frase que nadie entiende pero todos usan, se ganaron la curul “colados” en lista cerrada, donde descollaron por razones insólitas, por ejemplo, cuanto más aparezca en redes, o más díscolo haya sido, más posibilidades de figuración política.
En estos tiempos modernos para iniciarse en política parece que lo primero es abrir una cuenta en cualquier red social enviando mensajes extravagantes, polémicos, declarar abiertamente su alternativa racial o sexual, enlistarse en cualquier grupo, ahora dicen “generar contenido”, utilizar un lenguaje ordinario para imponerse con altos decibeles descuidando la entonación y hasta la dicción, condiciones de hoy para ser un potencial nuevo líder político.
Por ahí no es. Hay que escoger bien a quienes vayamos a elegir. No dejemos que continúe esta ominosa metamorfosis de los políticos, y volvamos a los intelectuales que recuperen el brillo de tan determinante actividad.
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