Los zurdos, diría Milei, son expertos en inventar términos para disfrazar la denominación de sus desvaríos, no importa la desfachatez que impliquen, ni lo ilógico del enunciado, ni la cacofonía, ni que traiga inherente un menosprecio a la comunidad y a la decencia, ni que contravenga leyes y normas, lo hacen y punto. Petro y sus secuaces son abanderados de la desvergüenza y la arbitrariedad. Y, si de afectar a la Costa Caribe se trata, no pueden disimular su fruición. “Haz un favor a alguien, y no te lo perdonará jamás”, reza un certero dicho que hace pensar que el favor a Petro consistió en que aquí ganó su elección, cosa que no puede perdonar.
Estos zurdos no se resienten ni detestan, sino que ¡odian! sus odios son desaforados. Por ello las señales de odio son de todos conocidas: no importó la connotación internacional y la llegada de miles de extranjeros puppy a recorrer el país y a gastar muchos dólares, nos frustró la Fórmula Uno, nos frustró el Suramericano de Béisbol, los Panamericanos, y ahora nos agrede planteando un cobro de Valorización en la carretera Cartagena – Barranquilla, y añade a la Vía de la Prosperidad, sólo para incluir a nuestra capital, no importa que caigan municipios sin capacidad de pago, a Barranquilla hay que clavarla para que haya “equidad intergeneracional”.
Porque está claro que el odio es contra Barranquilla, contra Álex Char dicen, debe ser envidia de la mala porque ha sido tremendo alcalde, mientras a él le fue pésimo como alcalde de Bogotá, y le va peor como presidente. Se dice también que porque aquí nació el “¡Fuera Petro!” que espontáneo brotó en el Metropolitano, de la voz de la mayoría de cachacos que llenaba las graderías. Pero era la voz del pueblo.
Claro que la Valorización es una contribución aplicable antes, durante, y después de ejecutada una obra, pero el monto y la distribución o derrame ¡cinco kilómetros! debe aprobarlos el Congreso, y el dinero recaudado debe invertirse en la zona de influencia del recaudo. No les importa, es el odio.
No comienzan por las suntuosas vías paisas con puentes túneles y largos viaductos, o por zonas cachacas, sino aquí, en la vía más líchiga y aún sin terminar, como si no hubiera inequidad o no existieran muchas generaciones llevando del bulto, ansiando inversión nacional.
Es la oportunidad para que nuestros parlamentarios y dirigentes se hagan respetar, para que su rechazo sea nacional y tajante, que se refleje en votos parlamentarios, o en las pertinentes demandas, o en bloqueos empresariales. ¡Que se sienta!
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