Por aquí estamos de plácemes: Colombia le ganó a Brasil en un estupendo partido con dos goles del guajiro Luchito Díaz; Junior goleó al Cali rival directo en las cuadrangulares finales y, para remate, en Argentina el derechista Javier Milei le dio una paliza al contendor peronista Sergio Massa, confirmando la tendencia regional de rechazo a las destructoras e ideologizadas izquierdas, aquí representadas por el cada vez más desvariado gobierno del casi desmantelado partido Pacto Histórico liderado por el presidente quien, dicho sea de paso, en contraste con los otros mandatarios izquierdistas, reaccionó con su habitual falta de diplomacia y descortesía, y su evasión a la verdad de los escenarios de los acontecimientos.
Petro, en su extraño y sinuoso mundo, acomoda la realidad y la presenta a su conveniencia. Y hasta se lo llega a creer. Así como aseguró que el resultado electoral del pasado 29 lo convirtió en ganador, ahora sostiene que el abucheo en el Metropolitano fue inducido por Álex, por Fico, y seguramente está convencido que Milei mandó a unos paisanos argentinos a que apoyaran; y además afirma que la cosa fue contra su hija menor de edad, una niña que heredó la intolerante amargura del papá y se salió del estadio, pero no le copió a Verónica su bacanidad, la primera dama se quedó hasta el final, pues fue a ver el estupendo partido de Lucho Díaz y James, lo que unos gritos no iban a impedir.
Lo cierto es que no lo abuchearon ni Barranquilla ni Álex ni Fico y mucho menos Milei, porque los barranquilleros asistentes al estadio eran franca minoría, había gente de todo el país que pagaron una boleta costosa, y además transporte y hotel, ambos encarecidos por medidas de un gobierno que asegura favorecer al turismo.
Se creyó que la cosa llegaba hasta ahí, pero el pasado domingo, antes del clásico Nacional - Medellín en el estadio Atanasio Girardot, el “corito celestial” se repitió largo y vehemente, y se cree que, aunque los medios no lo registren, la misma cosa ocurrirá en todos los estadios del país. Cuando esto se escribe Colombia aún no juega contra Paraguay, pero nada de raro tendría que en Defensores de Chaco en Asunción surgieran voces de nacionales entonando el estribillo.
El presidente debe aceptar que el estribillo no es cosa inducida ni programada, sino la espontánea manifestación de lo que siente la inmensa mayoría del país, que el único instrumento con el que cuenta para expresar su descontento es el masivo grito de “¡Fuera Petro!”
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