Apenas empezando, esta será sin lugar a duda recordada como la Pascua invertida de la Semana Mayor en Salud. No se trata de la resurrección del sistema, sino de la bajada a su sepulcro de la mano de un intervencionista usando inadecuado material quirúrgico: prognosis incierta que, sin embargo, puede dibujarse si se recuerdan los resultados del mismo tipo de cirugías practicadas a Caprecom y Famisanar, por ejemplo.

La suerte estaba echada: una reforma ahogándose en la Comisión Séptima del Senado causó el pataleo desesperado del gobierno que a la final se asió de Sanitas y de la Nueva EPS: 16 millones de pacientes quedaron a la deriva de los caprichos tornadizos del Estado.

No hubo partidos políticos que le lanzaran un salvavidas. Consideraron que tal no comportaba los cambios que la llevarían a buen puerto, propuestos por los congresistas junto con representantes de las enfermedades huérfanas y extrañas, de la academia, de las asociaciones y agremiaciones médicas. En fin… hubo lluvia de opiniones y poca atención.

Por el lado del gobierno, hicieron presencia en el hundimiento ministros del Despacho, para ratificar lo que ya habían empezado a escuchar unos días antes: el Senado archivaría la reforma a la salud.

Destaco el valor, el carácter y la coherencia de este grupo de senadores, quienes haciendo caso omiso de todos los ofrecimientos gubernamentales, decidieron actuar a conciencia, y en forma disciplinada dijeron NO. En esto no hay vencedores ni vencidos, ganó el país, y la libertad de escoger la conveniencia o no de aprobar su curso o enterrarla. Escogieron lo segundo.

Los ministros presentes utilizaron estratagemas para cambiar el voto senatorial, sin éxito alguno. En términos políticos, esta representa la derrota más grande del presidente Gustavo Petro en su empeño improvisado de cambiar un sistema que el 70 por ciento de los pacientes piensa que está funcionando bien. Por supuesto, sin desconocer que necesita de algunos ajustes para universalizarlo y convertirlo en un ejemplo de prevención y promoción de la salud.

Los berrinches, las pataletas y los insultos del ministro de Salud se degradaron en el ambiente: no tuvo la inteligencia para buscar consensos, no alcanzó el equilibrio con la otra orilla y pensó que apretando desde el Estado tendría los votos positivos. Qué gran equivocación. Su paso por el ministerio fue fallido; ya debería estar preparando su salida: otro aire se reclama.

Pienso que se estatizó la salud, y a la brava. Es fácil arrinconar a las vulnerables EPS cuando se sabe que la unidad de pago por capitación no alcanza. Se habla de incumplimientos, de quejas de los usuarios por encima del promedio nacional, de recursos inexplicablemente gastados... Me pregunto: ¿hubo seguimiento? ¿se les acompañó en su ejercicio y en la toma de medidas eficaces para su cumplimiento? (es lo que se espera ante una situación de crisis). Si la respuesta es sí, tendría que haber hecho posteriormente el gobierno un acto de contrición que no involucrara el padecimiento de los enfermos con intervenciones perjudiciales. Los pacientes pasaron a la supervisión de la Superintendencia de Salud, a la cual hoy la Contraloría General de la República califica de incompetente.

¿Está preparado el Ministerio de Salud para recibir ese flujo de pacientes? ¿Durante los últimos doce meses se han modificado o adecuado dependencias para atenderlos? El ministro no ha tenido tiempo para cerciorarse de ello, ocupado en las diligencias para lograr el trámite de aprobación de la reforma. Cuando los pacientes no consigan citas, y les falten atención y medicamentos, ¿cómo lo justificará? ¿Qué harán los pacientes con enfermedades de alto costo?

Retaliación desproporcionada. Así califican las EPS la toma oficial de sus administraciones. Se quejan de no haber sido escuchadas (Sanitas presentó en diciembre de 2023 plan de reorganización institucional y mostraba su respaldo patrimonial). El Gobierno está haciendo la reforma sin contar con el concurso democrático. Y lo hace por la puerta de atrás, dejando a los pacientes sin ventilación asistencial.

El destino último de Caprecom y Famisanar fue la liquidación. En los últimos cinco años han sido sepultadas varias EPS. Con un revólver en la sien, ¿podrán Sanitas y la Nueva EPS superar el duelo? Es la oportunidad para que pacientes y asociaciones médicas salgan a la palestra y propongan soluciones.

Todas las EPS están sufriendo por la falta de recursos y el alto costo de su gestión. La Academia Nacional de Medicina debe continuar ejerciendo el liderazgo y hacer nuevos llamados a la cordura económica y al sano juicio social. Los pacientes y sus gremios deben reunirse y promulgar soluciones concretas. La Asociación de Hospitales debe participar. Todos estos actores reunidos encontrarán la manera de hacer una propuesta racional que salve al sistema de salud. Son los primeros protagonistas.