Se fue Freddy, la pesadilla sin fin de Argentina en aquel monumental 5-0, el 5 de septiembre de 1993. El imponente, omnipresente e inigualable volante que se ponía el overol para defender y el frac para atacar. El primer colombiano en jugar en el Real Madrid y el primer futbolista del universo en levantar el trofeo de campeón del Mundial de Clubes de la FIFA.
Se despidió de este mundo el Rincón glorioso que brilló en Santa Fe y América antes de convertirse en figura en Brasil y luego en Italia, la tierra donde su nombre empezó a ser eterno en la historia de nuestro fútbol por ese golazo para empatarle 1-1 a Alemania, en el Mundial de Italia-1990.
Dijo adiós el vallecaucano que puso a brincar y a gritar a una Colombia que andaba sumida en el silencio del terror que imponían Pablo Escobar y los otros narcotraficantes de la época con carros-bomba y sicarios.
Esa inmortal anotación de Freddy Rincón, que selló la igualdad ante Alemania, el 19 de junio de 1990, en el estadio Giuseppe Meazza, de Milán, en la tercera fecha del grupo D del Mundial, fue una explosión de felicidad para el pueblo colombiano y se tatuó en la memoria de todos los que la vieron.
Pierre Littbarski, con su gol al ángulo superior derecho de René Higuita, a los 88 minutos de juego, parecía matar las esperanzas de Colombia de una igualdad valiosa que significaba el paso a los octavos de final del certamen ecuménico.
Todo el entusiasmo se desmoronaba con ese tanto teutón hasta que un instante de inspiración se convirtió en gloria inmarcesible, júbilo inmortal. Leonel Álvarez recuperó un balón y lo cedió al ‘Bendito’ Fajardo, que se juntó mágicamente con Carlos Valderrama. El astro samario, con su velocidad genial y precisión de cirujano, citó a Rincón con la hazaña. ‘El coloso de Buenaventura’ llegó puntual y definió certero ante el intimidante achique de Bodo Illgner, cancerbero alemán de un metro y 90 centímetros de estatura, que en su afán por clausurar su arco, abrió el callejón por el cual Rincón pasó a la historia del balompié criollo.
Sé perfectamente que Rincón, uno de los pocos futbolistas criollos que jugaron tres mundiales, hizo mucho más que eso, pero para quienes éramos niños en ese entonces y apenas empezábamos a apasionarnos por el fútbol, ese golazo es inigualable y ocupa un rincón en nuestro corazón. Gracias, Freddy.