Todavía no tengo claro por qué sacaron de Junior a Arturo Reyes. Sería bueno que Alejandro Arteta, actual presidente, o más bien Antonio Char, de quien se sabe, extraoficialmente, vuelve al mando del equipo, explicara públicamente cuáles fueron las razones que se tuvieron en cuenta para tomar esa decisión.

La salida del samario, además de sorpresiva e incomprensible, es injusta. Llegó como bombero ante el incendio que dejó Luis Amaranto Perea, el entrenador recomendado por Julio Avelino Comesaña cuando decidió, una vez más, marcharse del club sin que nadie lo estuviera echando, porque “ya estaba bueno”, según sus palabras.

Reyes apagó las llamas, salvó al equipo de la eliminación, mejoró en varios aspectos e hizo algo por lo que nadie daba dos centavos: batallar la posibilidad de entrar a la final, a pesar de no contar con armas ofensivas de peso por la deficiente confección de nómina de su antecesor y de los dueños del club.

Sin embargo, no fue suficiente. Arturo Reyes, que abandonó la selección Colombia sub-20, con la cual tenía contrato hasta 2023, terminó quemado tras solo cuatro meses como timonel tiburón. No le brindaron la posibilidad de continuar y armar el equipo a su gusto.

La directiva y Perea, a quien sí le tuvieron confianza y paciencia aunque no era de las entrañas de Junior y no tenía experiencia ni méritos para llegar a la dirección técnica rojiblanca, ‘reforzó’ el ataque con José Carlos Muñoz, Juan Sebastián Herrera y Cristian Martínez Borja. ¡Por favor!

Reyes, que sí tenía un pasado como jugador y asistente técnico tiburón, hizo bastante (demasiado), con lo que encontró en el plantel, donde había un generalizado bajo rendimiento. Potenció a Hómer Martínez, rescató y le dio un nuevo rol a Cetré, halló al mejor ‘Cariaco’. Se las arregló como pudo.

Obvio que tuvo desaciertos, yo le cuestioné varias situaciones en estas páginas, pero Reyes sí merecía seguir.

Juan Cruz Real. No conozco de cerca su trabajo más allá de lo que le vi en Jaguares, Alianza y, sobre todo, América. No puedo descalificarlo. Para nada. Mucha gente, de forma exagerada, lo está haciendo en redes sociales. No tengo argumentos para hacerlo.

Su América me gustaba más que el de Guimaraes. Me parece que jugaba mejor aunque tenía menos nómina. Presionaba arriba, atacaba y, mal que bien, salió campeón. Cosas buenas debe tener. Nadie gana un título de “pura suerte” o por apretar un crucifijo.

Eso sí, ante la intempestiva e injusta salida de Reyes, esperaba, como gran parte de la afición, que se trajera un entrenador de tantas charreteras que no diera lugar a rechazos ni polémicas. Gustavo Costas parecía ser el que tenía la aceptación y el perfil.