En el imaginario, los exdictadores “en el exilio” viven fastuosamente, ricos, bajo un parasol, camisa floreada, una margarita en la mano y música. Eso lo veremos de aquí en adelante solo en las películas. Pero pareciera que esa era la intención de Nicolás Maduro con los 1.200 millones de dólares en lingotes de oro que intentó retirar del Banco de Inglaterra. No pudo. El secretario de Estado de los EEUU, Michael Pompeo, y el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, bloquearon esa operación. Pero eso no sucedió por arte de birlibirloque. Ahora es fácil entender por qué Duque no fue a la posesión de Bolsonaro, y este lo tomó de la mejor manera. Ese día estaba reunido con Pompeo en la casa de huéspedes ilustres en Cartagena.

El reconocimiento a Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela por parte de Colombia y casi todo el planeta, excepto los países con intereses de por medio como China, Rusia, Cuba, Turquía, Bolivia y México, es un nuevo fenómeno político. En este caso, las redes sociales fueron un catalizador de la más alta velocidad. Fue el caso de Twitter y Facebook. He seguido a Guaidó y podría afirmar que Twitter ha sido su oficina desde donde despacha después de que fue elegido. La efectividad de las redes está a la vista.

Hace falta para llegar al final que deseamos que se restablezca la democracia en Venezuela. Lo que hasta ahora va, si bien es un logro de respaldo colectivo, se dio gracias al claro y prudente liderazgo del presidente Iván Duque. Hay que aplaudirle que haya tenido la capacidad de convocatoria para consolidar y liderar de manera indiscutible al Grupo de Lima, en el que esto se incubó y, como bola de nieve, escaló a nivel global para obtener el apoyo necesario en el intento de salvar a ese país del caos.

El día de su posesión, el siete de agosto pasado, en su discurso “Pacto por Colombia”, anticipó que: “en defensa de los valores democráticos, nosotros rechacemos cualquier forma de dictadura en el continente americano, que la denunciemos y que no tengamos miedo a decir las cosas por su nombre. Porque nuestra actitud no es belicista, nuestra actitud es democrática y estaremos en todos los escenarios internacionales defendiendo la Carta Democrática Interamericana”. Ya lo hizo, Duque ha ido ejecutando lo que dijo en su discurso.

El estilo del presidente Duque es aterrizado, novedoso e innovador. Va de menos a más, estrategia siempre ganadora. No intenta gustar ni convencer a nadie, va a lo que vino. Es concreto: “el que la hace la paga” y día a día lo está cumpliendo. Hace que las cosas sucedan, que es de lo más difícil en materia de gestión. Sus ministros y su círculo de confianza manejan la mayoría de casos. Ha hecho que nos vayamos apropiando del país que somos y no de uno que desearíamos ser. El cambio se está dando a la velocidad propia de una gestión tamaño país y no a la velocidad de gol tempranero que más de uno precipitadamente esperaba. Las encuestas irán mostrando poco a poco lo descrito. Entre otras cosas, ya dejaron de burlarse de él, los cansó. Impresionante.

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