De la puerta sur de la Escuela de Cadetes General Santander de la Policía Nacional, dañada hace tres meses y desde entonces abierta de par en par, no hay una sola imagen que muestre al vehículo Nissan al ingresar con la bomba asesina. Hay cámaras en casi todos los establecimientos del país. ¿Dónde están las cámaras de la puerta sur? Con más de un acceso, el control y la seguridad se convierten en una pesadilla, el riesgo crece exponencialmente y si estamos en guerra es un punto débil que será aprovechado. Eso hizo el Eln, se aprovechó de una ‘grieta gigantesca’.

José Aldemar Rojas, alias El mocho, no ingresó el vehículo a la fuerza, tampoco se detuvo; lo más probable, llegó, “saludó” y entró al igual que los otros. Una vetusta ‘cuatro puertas’ Nissan, blindada, con placas de Arauca, era suficiente información para generar un mínimo grado de reacción.

La escuela de cadetes tiene valor estratégico, pero en realidad no es una instalación militar sino civil. A la guerrilla le gusta realizar ataques urbanos; casi todos los casos han sido demoledores y devastadores en el más amplio sentido de la palabra. El desasosiego, la tristeza, la rabia, la decepción y la impotencia se juntan en un sentimiento insano para la sociedad. Es necesario proteger el estado anímico de la población. Las manifestaciones, como las del pasado domingo, y otras iniciativas que se han llevado a cabo, son acciones que aglutinan y reúnen el pensamiento colectivo cohesionándolo. Pero eso no les devolverá la vida a los cadetes, ni borrará de tajo las heridas de los que siguen en los hospitales. Pienso en los hogares destrozados para siempre; ojalá el Altísimo se apiade de ellos.

El lunes pasado, el Eln declaró en un entre líneas de su página web Voces que la ‘operación’ que mató a 20 cadetes era lícita y no hubo ninguna “víctima no combatiente”. De ñapa, le reiteran al presidente Duque que “el camino de la guerra no es el futuro de Colombia, es la paz”, y le recuerdan que lo mejor para el país es que “envíe a su delegación para darle continuidad al Proceso de Paz”.

La fuerza pública compuesta por las Fuerzas Militares (Ejército, Fuerza Aérea, Armada) y la Policía Nacional, fue establecida para defender la soberanía, la independencia, la integridad del territorio nacional, el orden constitucional y el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas y el aseguramiento de la paz.

El crimen cometido le quitó al Eln la capacidad de exigencia al gobierno o a los países garantes. El protocolo de ruptura, es un plan de evacuación, era por si un rompimiento de las negociaciones, por eso se llama así. Es decir, bajo el entendido de que hubiera un desacuerdo o diferencia irreconciliable y no un crimen de lesa humanidad que borró las garantías. Las 250 mil hectáreas de matas de coca, más las de amapola y marihuana que nadie menciona, tienen incondicionales dolientes: el Eln, las disidencias de las Farc y un surtido abanico de grupos delincuenciales. Romper con el Eln es comenzar a ganar en todos los frentes.

@oswaldloewy - oswaldl