En 1799, Francisco de Goya produce el reconocido grabado El sueño de la razón produce monstruos. Su intención era mostrar cómo la combinación de la ignorancia de la gente del común, la menos educada, más los vicios de los monjes y la estupidez de los llamados “hombres grandes”, creaban monstruos. Y esos monstruos cercaban su cabeza de artista, de observador, mientras soñaba, mientras descansaba, es decir cuando su cuerpo bajaba la guardia.
Podría parecer que Goya estaba defendiendo la razón como ejercicio fundamental para acabar con las supersticiones del pueblo, las mitologías de los religiosos y las manipulaciones de los que estaban en el poder. Pero si miramos bien el grabado, también podría estar diciendo que los monstruos siempre están allí, al acecho, a pesar de la tan mentada “Ilustración” que traía el tren de la modernidad.
Todo el tiempo somos testigos de la lucha entre la luz y la oscuridad, dependiendo de lo que veamos como luz o de lo que denominemos oscuridad. La una no puede vencer a la otra. Mas aún, como bien lo enseña el Tao Te King, las dos son caras de una misma moneda.
Vivimos aún el sueño de la ilustración, ese que trajo la época europea alrededor de la Revolución Francesa y que llegó hasta las colonias americanas en el siglo XVIII, generando las repúblicas en las que aún residimos. Es ese sueño que nos habla acerca de cómo la razón humana, supuesta cualidad única de nuestra especie animal, puede servir, ante todo, para entender el mundo, la vida y actuar de manera adecuada, resolver problemas comunes y alejarnos del desastre.
Leamos una extensa cita del prefacio que Max Horkheimer escribió en 1946 para su libro Crítica de la razón instrumental. La fecha en la cual se escribe este prefacio está obviamente marcada por el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando el mundo entero se encontraba aturdido ante la verdad de la perfección con la cual se había llevado a cabo la masacre sistemática de una gran cantidad de seres humanos.
“Las esperanzas de la humanidad parecen hallarse hoy más alejadas de su cumplimiento que aun en las épocas de tanteos muy inseguros todavía, es decir, cuando eran expresadas por primera vez por los humanistas. Nítidamente parecen retroceder –sin desmedro de la ampliación de los horizontes de actuación y pensamiento debido al saber técnico– la autonomía del sujeto individual, su posibilidad de resistirse al creciente aparato para el manejo de las masas, el poder de su fantasía, su juicio independiente. El avance progresivo de los medios técnicos se ve acompañado por un proceso de deshumanización. El progreso amenaza con aniquilar el fin que debe cumplir la idea del hombre.”
Releamos la cita presentada teniendo de transfondo las noticias del momento: Hidroituango, Amazonas, Sierra Nevada de Santa Marta, La Ciénaga Grande del Magdalena, los ríos que se secan y dejan ver cráneos, las fosas comunes, asesinatos de líderes comunitarios, derrames de petróleo, polución en la ciudad capital, el fracking, etc.