Desde que tengo uso de razón, en mi vida han existido los paseos a las playas de Salgar Sabanilla. De chiquito, de la mano de mi papá los fines de semana y ahora, desde el ámbito profesional, analizando desde otra perspectiva el potencial que tiene este lugar. En ese ejercicio de cambiar de punto de vista me he dado cuenta lo importante que es cocrear, por qué cuando se presenta un cambio que altera lo que ha sido así por 40 años, entendiblemente se genera incertidumbre, y la solución siempre estará en hacerlo en equipo.

Mucho más que un parque, las playas son ese espacio público por excelencia; un lugar de libertad donde vas por decisión a renovarte. Ahora imagínese agregarle a este espacio experiencias como yoga a la orilla del mar, o eventos deportivos en la playa o una rumba con audífonos para no molestar a los vecinos. Todas estas actividades y muchas más son las que se van a empezar a vivir en esas playas en los próximos meses.

Más allá del espacio, destaco de este proyecto su capacidad de generarles ingresos a 200 familias, las cuales llevan atendiendo la zona por un sinnúmero de años. Con capacitaciones, acompañamiento y las intervenciones en infraestructura, 17 caseteros se están convirtiendo en empresarios gastronómicos, generando ingresos suficientes para ellos, sus colaboradores y sus familias, a partir de lo que será la mejor playa de entretenimiento del país. Serán ellos los protagonistas de esta experiencia, la cual tiene una proyección internacional con la que se espera atraer a 15 mil personas al año.

En este tipo de transformaciones, donde se impacta a una comunidad, a veces no aplica “construir sobre lo construido”, porque se deben aterrizar los sueños para priorizar las realidades de quienes los viven.

Es una situación que le pasa por momentos a este gobierno: tienen muy claros sus sueños, pero no tienen la misma claridad para aterrizarlos. Esto requiere mucha escucha y trabajo, pero especialmente, concesiones de parte y parte para poder encontrase a mitad de camino y lograr ese balance.

La mejor playa de entretenimiento del país quedará en Sabanilla, y no sería posible sin el equilibrio perfecto entre la experiencia de 40 años de todas las personas que trabajan en ella, fusionada con las capacidades y visión técnica de quienes buscan atraer a más gente, para que esas familias les vayan mejor por los próximos 20 años. Estamos a poco de tener una experiencia única, que solo se va a poder vivir en el Atlántico y se logra trabajando juntos.