En relación con la búsqueda continua de la riqueza, existe un adagio popular que versa así: “zapatero a tus zapatos”. Esta frase explica en pocas palabras, cómo en un mundo competitivo se necesita no solo especializarse sino diferenciarse valiéndose de sus propias fortalezas. Estoy convencido que Colombia tiene una oportunidad única en el agro para diferenciarse, para aprovechar sus ventajas competitivas (tierra y agua) y así lograr cumplir el tan anhelado sueño de convertirse en la “despensa agrícola del mundo”.
Esto que pareciera tan simple, en realidad tiene mucha profundidad. En primera medida, nos indica que no se trata exclusivamente de resolver un problema de seguridad alimentaria, que sin duda es importante, sino que va mucho más allá. Implica identificar los productos agrícolas que requiere el mundo, por qué ser la despensa de alguien implica entender sus necesidades y segundo porque sí queremos que el agro genere riqueza, la clave es vender lo que producimos a otro que lo necesita, es por esto que para el desarrollo del agro y de una reforma agraria integral, es un imperativo exportar.
Nunca es tarde para comenzar, necesitamos atraer urgentemente a la fuerza joven y los capitales privados, al sector agrícola. Estoy convencido que una reforma agraria es el instrumento propicio para lograr este objetivo. Pero para ello debemos implementar recetas audaces acorde con el contexto mundial, ya que cualquier paso en falso profundizaría la desesperanza que hoy se vive en el campo. De hacerlo bien, se logrará que el capital de los colombianos se invierta en un sector que tiene todas sus ventas aseguradas y seguro la fuerza joven volverá porque encontrará el futuro asegurado.
Hacerlo bien implica nunca perder de vista el objetivo de fondo, que es transformar la tierra en un producto que el mundo quiera comprar. La reforma agraria es mucho más que tierra, es una mesa que requiere cuatro patas y de faltar alguna seguro se caerá.
Como primera medida se necesita tierra, pero ella por sí sola no genera nada. Segundo, mucha tecnología a través de genética que permita producir o un sistema de riego que le asegure el agua. Tercero, un capital humano capacitado (asistencia técnica) y con ganas de trabajar, una fuerza joven motivada y por último una compra justa y asegurada que le dé tranquilidad a quien produce la tierra a sabiendas que su trabajo será reconocido a un precio justo.
La firmeza de esas cuatro patas permitirá que la reforma agraria sea sostenible y genere el impacto deseado. Logrará dignificar como se merece, el trabajo de los productores del campo, ya que les daría la posibilidad de llevar ingresos importantes a sus familias, y pasar de ser campesinos a empresarios del agro.
En otras palabras, la tan deseada reforma agraria con dos billones adicionales en su presupuesto, es la oportunidad de reconocer la importancia del campo en Colombia más allá de la seguridad alimentaria. Es la oportunidad única de entender que en este sector puede estar uno de los pilares económicos del país.
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