Para muchos no son suficientes las medidas que hoy tenemos como el toque de queda, la ley seca, los cercos sanitarios y cierre del comercio no esencial, por eso reclaman esta nueva alerta. Sin embargo, casi nadie sabe qué implicaciones tiene este cambio en términos de salud pública.

Las alertas son estados que se declaran antes de un evento peligroso para que las entidades y la población preparen acciones que se activarán una vez ocurre el suceso. En Colombia estábamos más familiarizados en escucharlas cuando existían riesgos meteorológicos, pero desde que inició la pandemia están en auge.

Resalto el efecto que tienen sobre la ciudadanía, por ejemplo en la actualidad, es el Estado avisándonos que hay un virus mortal y que existe corresponsabilidad en su contención.

Los criterios para fijar una u otra alerta parecen depender de los gobiernos locales, una muestra es Bogotá. Dijo la alcaldesa que si la ocupación de las UCIs alcanzaba al 75% declararía la alerta roja. Si siguiéramos ese estándar en Barranquilla donde la ocupación ha llegado al 90% ¿qué color de alerta necesitaríamos?

Lo cierto es que aquí se decretó la alerta naranja a parir del 15 de junio, a partir de ahí el Distrito gestiona toda la ocupación hospitalaria y asigna directamente las camas, al margen de cuál sea la EPS a la que esté afiliada la persona.

En otras palabras las EPS´s no pueden decirle al paciente o a sus familiares que en la IPS no hay cupo, pues el centro que regula las emergencias y urgencias (CRUE) lo remite a donde esté el espacio para ser atendido.

Ahora bien, la misma operación se ha hecho en la gobernación desde el mes de marzo sin necesidad de decretar ninguna alerta. Por ejemplo, la Secretaría de Salud Departamental remite pacientes contagiados de Soledad a Luruaco o a donde haya disponibilidad con cargo a la EPS.

Entonces, ¿en la práctica para que sirven las alertas? en el caso de Barranquilla además de lo explicado, podría pensarse que le ha permitido disponer recursos para reforzar personal y cumplir con la obligación de regular los servicios de urgencia.

Pero si ya con la alerta naranja logramos el control de las UCIs y, dijo el alcalde que somos la ciudad con mayor número de estas unidades por habitantes ¿que podríamos ganar con la alerta roja?. En cuanto al sistema de salud sospecho que nada nuevo, siendo optimistas el cambio de color lo que podría justificar es una cuarentena que reduzca al máximo las excepciones que tenemos.

Esta medida estricta junto con una renta básica para la población informal acaba de ser sugerida al alcalde y a la gobernadora por la Federación Médica Colombiana. He ahí el principal cuello de botella, estoy casi segura que nuestros dirigentes y sus asesores saben que el confinamiento sin recursos es inviable, el punto es como lograrlo.

Luego la invitación no es a decretar una alarma roja para que sea un saludo a la bandera, la pregunta es cómo conseguimos el dinero que se requiere para cerrar la ciudad y garantizar a sus habitantes alimentación y servicios públicos mínimos durante 14 días.