Les escribo desde el aeropuerto de Miami mientras espero mi conexión para viajar a Tallahassee. Hoy no voy a escribirles sobre las parejas o sobre la sexualidad. Voy a la capital de la Florida para asistir a la inauguración de la exposición Visiones de Gratitud de mi hermana menor, Elvira Elena.

Elvi, como le decimos cariñosamente, es la menor de cinco hermanos. Yo soy el mayor. Desde muy joven mostró sus inclinaciones artísticas. Su habilidad para el baile, por ejemplo, era espectacular. Recuerdo que fue capitana de una comparsa en el Country Club, donde por su gracia en la danza ganó el Congo de oro de ese año, en la categoría de solteras.

Cuando fue a estudiar administración en Bogotá logró ingresar al famoso ballet de Sonia Osorio. Inclusive estuvo a punto de participar en una gira internacional que incluía bailar en Rusia, cuando nuestra madre se dio cuenta y la trajo enseguida de regreso a Barranquilla, porque consideraba que el baile profesional no era una actividad adecuada a una niña de “buena familia”.

Elvi viajó a los Estados Unidos en 1998 buscando. nuevas oportunidades laborales. En Tallahassee conoció y se casó con Ross Nichols, un hombre trabajador y dedicado a su familia, el típico gringo buena persona de las ciudades pequeñas en Estados Unidos.

Elvi, Ross y Luisa Fernanda formaron una familia armoniosa. Mi sobrina Luisa Fernanda estudió enfermería y luego hizo una maestría en algo relacionado con la atención primaria de pacientes. Está casada y tiene una hermosa niña.

Después de trabajar muchos años en un jardín infantil, Elvi comenzó a tomar clases de pintura buscando satisfacer sus inclinaciones artísticas. Ha desarrollado una serie de obras en óleo muy lindas. Su foco de principal interés han sido los mangos y experiencias y el recrear memorias de personas y lugares que lleva consigo. Cuando nos visita dedica mucho tiempo a tomar fotos de las situaciones o personajes de nuestra costa Caribe.

Hace poco Elvi me contó que ella recordaba que la noche anterior a su viaje a USA yo le había regalado un billete de 100 dólares. Ella lo había comentado varias veces con su marido, como uno de los recuerdos familiares bonitos que tenía. Para este viaje, Ross le entregó un sobre con 10 billetes de 100 dólares para que me los diera como un gesto de agradecimiento por el dinero que yo le regalé hace muchos años.

Quería compartir con ustedes, que cada semana leen las cosas que escribo, como una forma de confirmar que todo lo que tu das se devuelve. Si tú haces algo bueno, más tarde o más temprano se te devuelve. Lo mismo ocurre cuando le haces algo malo a otras personas, tarde o temprano se te devuelve. Y donde eso es más evidente es en las relaciones conyugales o familiares.