Con la ilusión de un mejor semestre, Junior y su cuerpo técnico entrenan las capacidades físicas y técnico tácticas de los futbolistas y, al tiempo, gestionan la contratación de nuevos jugadores para reforzar la nómina.

Pablo Rojas fue el primero en ser confirmado. Un delantero de ya varios años y varios equipos en la liga colombiana. Rápido, con habilidad para encarar y desequilibrar, generalmente por los costados. Su mejor versión, sin dudas, ha sido la desplegada en Jaguares. Su reto será transferirla a un equipo de más historia, más convocatoria y más exigencia.

Para la zona posterior se anuncian dos defensas centrales: Víctor Moreno y Emanuel Olivera. El primero es un espigado defensor con mucha fuerza y recursos a la hora de la disputa por el balón. De buen juego aéreo, defensivo y ofensivo. El segundo, un caracterizado defensor argentino. Se exige al máximo en cada acción, con mucho temple y alto espíritu competitivo. Sin tener una gran estatura es determinado y potente en el juego aéreo. Ninguno de los dos tiene el estilizado y elegante estilo de Alexis Mendoza, pero son seguros e intensos en su responsabilidad defensiva. Los dos bordean muchas veces el juego brusco y las amonestaciones. Los dos han sido eficientes y rendidores en el nivel de la liga colombiana.

Para ser el dueño del centro del ataque se menciona a Gonzalo Lencina, un desconocido delantero argentino que vino al Bucaramanga y ha dejado una buena impresión. En un equipo de discreto rendimiento, él tuvo una buena relación con el gol. No es solo un rematador, no es un cuerpo extraño en la elaboración de juego, interviene con una correcta técnica en el constructo ofensivo. Suele ganar la posición de gol más por movimientos e intuición que por fuerza. Su desafío, como el de Rojas, es seguir siendo amigo del gol en un equipo grande de Colombia.

Cuando escribo estas desordenadas líneas futboleras, el nombre de Santiago Mele, arquero uruguayo, es el mayor candidato para defender la portería juniorista.