Un grupo de amigos me indaga sobre qué opinión tengo de este Junior, ahora bajo la égida de ‘Bolillo’ Gómez. Antes de compartir tal opinión, les respondo que vale la pena y hasta es un gesto de justicia futbolera, recordar las circunstancias adversas en las que se le entregó el báculo al nuevo líder deportivo de la institución: relegado en la tabla y enclenque en la cancha.

Tras el aterrizaje del reconocido y experimentado DT, en ambos lugares en los que se califica a un equipo, este Junior ha mostrado mejoras, a mi juicio más evidentes y contundentes en la tabla que en su juego, que en este han sido más pausadas e incompletas.

Les digo que la objetividad de los números no deja mucho margen para el debate y da paso a la aprobación: del puesto 20 subió al puesto 9 y con altas posibilidades de ingresar al octogonal, primer y obligado objetivo del Junior. Y, en el juego, les expresé, que en líneas generales está mejor dispuesto para actuar en fase defensiva y regala un mayor esfuerzo físico, pero con menos argumentos colectivos de mayor calidad en fase ofensiva.

Al final les resumí mi opinión con la siguiente analogía, que proviene de la cancha, del partido anterior: el Junior de hoy es como el primer gol ante Cali. Se cumple el objetivo, acompañado de imperfecciones (el deficiente remate de León, el defectuoso toque al balón de Albornoz que por poco no ingresa).

El Junior que, supongo, los técnicos buscan construir y los hinchas disfrutar más se debería parecer al segundo gol: también se cumple el objetivo, pero acompañado de más virtuosismo; la fuerza y decisión de Herrera complementada con visión y técnica para ejecutar el centro, más la alta calidad en el frentazo de Sandoval.