De acuerdo con información suministrada por el Departamento Administrativos Nacional de Estadísticas (DANE, 2019), la mayoría de las personas de los estratos socioeconómicos 5 y 6 del Distrito de Barranquilla, que representan aproximadamente el 10% de la población, utilizan vehículos particulares para sus desplazamientos cotidianos. Adicionalmente, alrededor del 62% de la población de Barranquilla, perteneciente a los estratos socioeconómicos restantes, se movilizan cotidianamente a pie y/o en su defecto, a través de medios de transporte público.
Para cualquier ciudad, independiente de su tamaño, los medios de transporte público y la adecuada movilidad de sus ciudadanos, son uno de los múltiples elementos que en conjunto condicionan su desarrollo y crecimiento. El Distrito de Barranquilla no es una excepción a este hecho.
En tal virtud, la procura de sistemas de transporte público eficientes y seguros debe ser un interés prioritario para las autoridades. Conseguir este propósito, no solo estimula un uso mayor de estos sistemas para las actividades de la mayoría de ciudadanos, también impacta positivamente de manera indirecta en otras áreas de interés para una adecuada gobernabilidad, por ejemplo, la percepción de seguridad, la reducción de niveles de contaminación y de embotellamiento vehicular, entre otros.
La seguridad y/o la percepción de seguridad frente a un modo de transporte específico, se constituyen a su vez como unos de los aspectos que mayor importancia parecen tener a la hora en la que los ciudadanos condicionan sus opciones de transporte durante sus actividades rutinarias.
Es tal el impacto que tienen la seguridad y/o la percepción de seguridad, que muchos usuarios pueden inclusive llegar a modificar las horas en las que desarrollarán sus desplazamientos o el modo en que estos desplazamientos se realizarán, por alternativas que puedan ser consideradas como más seguras.
Sin embargo, existe una franja amplia de individuos que, en cualquier caso, no puede condicionar de ninguna manera sus alternativas de transporte pues no cuentan con otras opciones para realizar sus desplazamientos. Este grupo de individuos, son lo que la literatura especializada suele denominar como “usuarios cautivos”.
Estos usuarios cautivos, para moverse en su día a día asumen el riesgo implícito en los medios de transporte que consideran abiertamente como inseguros. En algunos casos, son tan elevados los niveles de riesgo y vulnerabilidad asociada a sus desplazamientos rutinarios que algunos de estos usuarios cautivos pueden llegar a desistir de su uso y renunciar a ciertas actividades diarias por temor.
Estas consideraciones deben volcar la atención de las autoridades en aras de promover acciones conjuntas de intervención frente a la criminalidad y el impacto objetivo y subjetivo que este flagelo tiene en los modos de transporte, en especial frente a las recientes afectaciones por violencia extorsiva que han afectado al gremio de transportadores públicos.
*Director del Observatorio de Seguridad Ciudadana de Barranquilla.
twitter @janielmelamed