En las pasadas elecciones presidenciales, Gustavo Petro, fue elegido democráticamente como el próximo mandatario de la República. Independientemente desde la orilla ideológica que se observe, es un hecho histórico.
Por lo tanto, a partir del próximo 7 de agosto, se convertirá, por decirlo de alguna manera, en el próximo piloto de lo que podríamos llamar el “Avión Colombia”.

Todos los que vivimos y/o amamos este país, estamos montados en este vuelo y por ello deseamos que a Colombia le vaya bien, mientras él cumpla sus deberes durante el periodo constitucional como comandante de la nave.

Al interior del vuelo se han producido algunos cambios, unos más trascendentales que otros. Por ejemplo, La mayoría de los pasajeros están ubicados en la clase económica y como suele ocurrir en cualquier vuelo en momentos antes de despegar, es evidente que existen niveles de tensión. Se podria decir que aproximadamente, la mitad de los pasajeros confían en el buen criterio del piloto y su equipo y ven el panorama del vuelo con optimismo, con cielo despegado y condiciones favorables. Hay otro grupo, casi equiparable en números, que no están tan convencidos de lo anterior.

Algunos pasajeros de la clase ejecutiva están inquietos y se han apresurado a buscar un asiento más cercano a las salidas de emergencia, en caso de cualquier eventualidad que pueda requerir una rápida evacuación de la aeronave.

En la primera clase, no se sabe si habrá un cambio masivo de usuarios. Es cierto que algunos asientos se van a vaciar y cambiaran de ocupantes, pero otros asientos mantienen a muchos pasajeros que ya venían acomodados allí, acumulando millas desde hace tiempo.

Es importante recordar, que más allá de la debida preparación del piloto, para el exitoso transcurrir de este viaje en el Avión Colombia, también es importante que la tripulación y el personal en tierra proporcionen el debido acompañamiento antes, durante y al finalizar el recorrido. Por lo tanto, la designación de este personal podrá influir en los pasajeros, positivamente, para calmar los ánimos o, negativamente, para exacerbarlos. Obviamente, dependiendo de que los perfiles de este personal cumplan con las más altas calidades de formación, buen criterio y experiencia profesional.

La campaña electoral y el resultado mismo han evidenciado una realidad compleja de divisiones en el país y deja, por supuesto, muchos desafíos por venir. Son muchos los temas que requieren respuesta rápida del piloto y su tripulación, por ejemplo, seguridad ciudadana, educación, medio ambiente, confianza inversionista y reactivación económica, entre otros.

Al igual que en cualquier vuelo largo, hay poco espacio y es fundamental uno mínimos de convivencia entre los pasajeros.

Por lo tanto, es fundamental, el respeto mutuo y evitar el autosabotaje de las condiciones mínimas requeridas para garantizar que el vuelo transcurra favorablemente. Dicho en otras palabras, echar un pañal por el retrete de la aeronave, y obstruirlo, va en detrimento de todos.

Sera difícil, dado las constantes reclamaciones que, por este tipo de hechos, se dan entre los distintos pasillos de la aeronave para conseguir beneficios de vuelo.

Algo es seguro, habrá turbulencias, mientras despega, transcurre el vuelo y desciende para su aterrizaje. Siempre las hay.

Ojalá estas turbulencias sean mínimas y que no comprometan la seguridad de la aeronave.

En cualquier caso, hay que estar preparados para ellas y abrocharse los cinturones.

@janielmelamed