“Únete al baile de los que sobran” reza el coro de esta canción de Los Prisioneros en Chile, cantada por millones de chilenos en las calles, creada en 1984 cuando ya la critica a la dictadura se asomaba en la música. Han pasado casi treinta años de democracia, y no se ha podido cambiar la esencia neoliberal del modelo económico impuesto por Pinochet. La democracia liberal, el mercado para todo y un estado reducido, no han podido resolverles los problemas a los chilenos. A los economistas se les enseñó que ése era el modelo a imitar en Colombia, desde las reformas neoliberales de Gaviria en los 90, seguidas a pie juntillas hasta hoy. No había mas opción y algo distinto es rechazado como “castrochavismo”. A pesar de su aparente éxito económico, hoy millones de chilenos le dicen al mundo que están hastiados. Están cansados de un sistema donde el 1% controla un 25% de la riqueza. La pobreza se redujo del 30% al 6.4% en 17 años. Pero esos indicadores no recogen la profunda desigualdad de la sociedad chilena. El discurso de la simple equidad, donde te doy educación y salud, para que luego te defiendas en el capitalismo salvaje, no ha funcionado. El sistema de pensiones lucra descaradamente al sector financiero. Apenas sales con el 30% del salario y el 80% de las pensiones en Chile están por debajo del salario mínimo. Es la realidad del discurso neoliberal por el cual la pensión te la construyes con tus ahorros, pero con bajos ingresos, ya sabes como vas a terminar. Nada mas miremos la reciente propuesta de Carrasquilla: acabar con el régimen de prima media de Colpensiones. En Chile, el 80% de la población está en el seguro público, pero con escasez de hospitales y especialistas, pues todo se ha privatizado. Hasta el agua. El transporte público, el cual generó la chispa que encendió la pradera, es deficiente y caro. Claro que el colombiano es peor, y el de Barranquilla ni se diga. La educación superior está privatizada en un 40%, pero el 60% de la pública se ve afectada por altas matriculas y mala calidad. En Colombia, sigue desfinanciada y manejada en forma clientelista en muchas partes, como pasa en Uniatlántico, donde curiosamente hay escasez de sillas a pesar de las sedes que se construyen en otros municipios. En Chile la colusión y manipulación de precios en la industria del papel higiénico y los productos farmacéuticos fue escandalosa, como ha pasado en Colombia. La corrupción se metió al Ejército chileno y a la Policía de Carabineros. Piñera los sacó a masacrar chilenos. Hubo desmanes es cierto, saqueo, etc. Pero los cambios sociales no son un ballet. Toma tiempo para que los movimientos sociales corrijan estas desviaciones. “Los que sobran” en Chile se cansaron de esperar los milagros del neoliberalismo. Acá en Colombia seguimos eligiendo gobiernos con ese mismo sello a pesar de las apariencias, seguimos el mismo modelo, hasta que los que sobran también se alcen. Acá seguimos el modelo chileno al pié de la letra, los copiamos día a día. Será que los que “sobran”, los que no son VIP, seguirán aguantando? El pueblo chileno se ha levantado y ha señalado el camino: democracia, estado fuerte, capitalismo sometido a las necesidades sociales, solidaridad, mejor distribución del ingreso y compromiso social. Otro mundo es posible.