No hay duda de que todavía en el Caribe colombiano no vivimos una época ilustrada, tal como la describió Emmanuel Kant en su artículo “¿Qué es la Ilustración?” en 1784. No dudamos que hemos progresado material y socialmente si nos comparamos con nuestra situación en los albores del siglo XX. Sin embargo, falta mucho por recorrer, a la luz de las tendencias del debate político que se aproxima en cinco días. Ciertamente no estamos en presencia de ciudadanos verdaderamente libres, sin sometimiento a condicionamientos políticos y económicos. Para unos, sus ingresos dependen del respaldo que le brinden a la administración de turno y sus contratistas, quienes avasallan el proceso electoral ante la impotencia de las autoridades, quienes hacen llamados inútiles a votar libremente, aunque saben que eso no ocurrirá. Simulan hacer algo, pero con un escándalo como el de Aida Merlano o los robos de la Triple A, ya es para que el entablado político que maneja el Distrito y el Atlántico hubiese caído. Pero resulta que tienen Fiscal en cuerpo ajeno. Por ello, solo los chivos expiatorios seguirán enredados.
El caso de Barranquilla y el Atlántico es muy sui generis, digno de una investigación minuciosa. Los resultados están cantados, aunque los candidatos alternativos como Bohórquez o Rosero hayan hecho campañas vigorosas. En lo departamental, las tenazas clientelistas en los municipios, de senadores subyugados, garantizan el triunfo de la dupla de los Ungidos. Uno quisiera que la situación señalada no sucediera. A mí no me deslumbran con sus obras de infraestructura, en la medida en que uno sabe que han enriquecido a un cartel selecto de contratistas. Las hacen bien, pero con unos márgenes de ganancia que ProTransparencia debiera investigar. Ello no sucede pues está dedicada al estudio del régimen judicial, cuando la sustancia de la reproducción del poder político está en la contratación. El poder local ya se hace manifiesto en la Gobernación, donde terminando el año han recibido jugosos contratos para renovar vidrios, parques y otras obras, como un anticipo de lo que se viene, todo dentro de las normas legales. Así, Verano, quien ha hecho una buena labor dentro de lo posible, entrega resignado su gestión al poder dominante, que en la práctica lo eligió hace cuatro años frente a Varela.
Ser un ciudadano ilustrado, dice Kant, es servirse de su propia inteligencia para analizar sus problemas. No permite que mediante renders y despliegues publicitarios lo convenzan de lo maravillosas que han sido nuestras autoridades, hasta tal punto, que no necesitan dar debates públicos, pues los ciudadanos del Atlántico subyugados votarán por ellos. El poder económico y el dominio cultural en radio, TV y en el fútbol, no los deja pensar en otra cosa. Ser libres es saber que estamos endeudados hasta la coronilla hasta 2035. Lea entre líneas con cuidado el último informe de Fitch sobre el Distrito, y se dará cuenta que hay advertencias. Es saber que la dialéctica del concreto no ha resuelto el problema de la calidad mediocre de la educación en la ciudad y el Departamento. Basta leer el Informe de Meisel-Granger sobre este tema en el Caribe colombiano llamado “Atrapados en la Periferia”. Ahora nos anuncian buses fluviales, no sé si reír o llorar, para llegar a los municipios vecinos, mientras acaban con los árboles en los parques ante el invencible cemento, o nos meten una estatua del Tiburón en plena zona cultural de la Vía 40.