En este mundo del periodismo hay múltiples razones y racionamientos para enfocar temas inherentes a la profesión. Sin embargo, la inmediatez laxa que conllevan las redes sociales han llevado al manejo de las noticias al extremo de “vayan fusilando mientras investigamos”. En el fútbol, tan controvertido, pasa igual.
Ser dirigente es ser sindicado de cualquier cosa, y con una velocidad admirable se pasa de sindicado a culpable sin investigación de por medio.
Pasa con los árbitros por los errores que cometen en medio de correr y pitar. Y el VAR, creado para su ayuda, se convirtió también en el fiscal acusador de ellos mismos.
Ha pasado con Ramón Jesurun, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol y miembro del panel directivo de FIFA.
Cuando el FIFA Gate, ante la avalancha de acusaciones, le pregunté personalmente sobre sí estaba implicado y me contestó que no. Lo dijo poniendo de presente a su familia. Igual acaba de pasar con el tema de la final de la Copa América en Estados Unidos. Esta vez me contó lo que había pasado. Y pasó por defender a su familia en un acceso del estadio cuando, al mostrar su credencial de dirigente de la Conmebol, recibió empujones que se llevaron él, su esposa, sus hijos y sus nietos.
Lo digo así porque Ramón y yo somos amigos desde hace cerca de 50 años y nos conocimos en el baloncesto cuando él jugaba para el Biffi y yo para la Normal. Ni avizorábamos que, en el futuro, nuestra amistad estuviera relacionada con el fútbol. Alguna vez me cuestionaron por mi amistad con él. Contesté que para ser periodista no tengo por qué pelear con los amigos, ni abrir frentes de guerra con presidentes o con árbitros o jugadores.
Entiendo que para los clics y ‘me gusta’ es más importante Jesurun con uniforme salmón, desencajado delante de un juez, que anunciar que no hay acusación alguna sobre él pero, así somos hoy...