Al hablar de inteligencia artificial (IA), se hace referencia a la capacidad de las máquinas y sistemas informáticos para realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana. Esto incluye funciones como el aprendizaje, la adaptación, el razonamiento, la resolución de problemas, el reconocimiento de patrones y la toma de decisiones.
La IA se ha utilizado en muchos desarrollos tecnológicos desde hace varios años, pero solo en este 2023 que termina fue cuando, con la masificación del uso de la aplicación ChatGPT, su presencia se hizo evidente para muchos habitantes de este planeta.
La mencionada aplicación y las que la siguieron nos sorprendieron con su capacidad para procesar lenguaje natural y sostener conversaciones fluidas. Esta innovadora característica les permitió integrarse rápidamente en nuestras vidas.
Ahora bien, la aparente bondad de la nueva tecnología no debe limitar nuestra responsabilidad de reflexionar acerca de la complejidad de los desafíos y oportunidades que puede llegar a ejercer en nuestro proceso de toma de decisiones autónomas. Como sociedad, debemos aceptar que el uso de estas herramientas nos enfrentará a nuevos problemas éticos y regulatorios que debemos abordar con diligencia para garantizar la transparencia en su implementación.
Y es que la capacidad que ha desarrollado la IA para personalizar nuestras experiencias en línea le permite ahora recomendarnos productos para consumir y políticos a los cuales elegir, enfrentándonos a la inquietante pregunta de: ¿hasta qué punto estamos dispuestos a permitir que las máquinas influyan en nuestras preferencias y decisiones?
La integración progresiva de la IA en nuestra vida nos invita a abrazar la innovación con cautela y a cultivar una comprensión más profunda de su alcance y potencial. A medida que avanzamos en la convivencia con ella, debemos mirar hacia el futuro con una mezcla de entusiasmo y prudencia, preparándonos permanentemente para abordar los desafíos emergentes y aprovechar las oportunidades que esta revolución tecnológica nos ofrece.
Se vislumbra que la inteligencia artificial terminará siendo una herramienta evolutiva poderosa, por lo que todos debemos comprometernos a supervisar su desarrollo e impacto en el tejido mismo de nuestra sociedad. Necesitamos encontrar rápidamente un equilibrio entre la comodidad que ofrece esta innovación y la preservación de nuestra autonomía.
Es deseable que en nuestro país los legisladores incluyan en su lista de propósitos para el nuevo año plantear propuestas normativas que nos permitan beneficiarnos de todas las bondades de la IA y a la vez protegernos de sus amenazas.
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