Más canciones que cuentan historias. Más historias que se vuelven canciones, sin mencionar aún a Rafael Escalona ni a Leandro Díaz ni a Rubén Blades, ni a Tite Curet Alonso…

Numerosos son los boleros del cantante brasilero Miltiño que hablan de rupturas, pero hay uno que cuenta una anécdota fuera de concurso, el testimonio del hombre que, abandonado por su amante, decide mantener la casa tal y como ella la dejó, ¡incluido el guante en la mesa con su dedo señalando la puerta por donde salió! Tres compositores brasileros, Carvalho, Texeira y Quiroz hacen con Miltiño un delicado aporte al realismo mágico universal al escribir y cantar ese hermoso bolero que recomiendo: Dedo de guante...

Otra canción: el hombre engaña a la joven, diciéndole que es soltero para convertirla en su amante, pero la muchacha lo descubre y le cuenta a la esposa. Será, de todos modos, demasiado tarde porque ella, la joven, se habrá encariñado con el hombre y lo llevará muy adentro.

La canción es del compositor español Manuel Alejandro y quizás la mejor voz para cantarla, aunque sea femenina, es la de Falete, un cantante de coplas y flamenco que ganó la atención del público en los últimos tiempos. En mi versión favorita de Señora, Falete es la jovencita que llora cantando “Ahora es tarde, señora, ahora nadie puede apartarlo de mi”.

Una tercera: “Blanca y radiante va la novia, le sigue atrás un novio amante”. Al narrador de esta historia se le casa -con otro, claro- la mujer de sus sueños. En la canción La Novia de Juan Antonio Espinoza Prieto están todos los detalles.

Más conocido por su nombre artístico como Antonio Prieto, se trata de un cantante y actor chileno, muy popular en América Latina durante las décadas de los 50 y los 60. Llegó a grabar en su carrera más de mil composiciones, aunque su más exitosa y recordada pieza fue ese vals depresivo de 1961 que se volvió película, en la que el mismo Prieto actúa y le canta a la novia que se le casa. “Y yo sé que olvidar nunca podría, que era yo aquel a quien quería”.

Bajo los ojos de Dios somos, al parecer, todos iguales pero entre los hombres esa igualdad cuesta a veces demasiado. A fines de los 40 se dio en Cuba un acercamiento al tema del racismo y se usaron términos como “negro fino” o “negro con clase” para referirse a un destacado hombre de color.

El compositor cubano Arturo Ojea retrató en Negro de sociedad, su exitoso tema de 1955, la historia del moreno que se siente avergonzado por la manera como su esposa, negra también, baila la conga. “En el manglar es diferente”, le dice él. Que dirá la crítica. “No bailes más la conga así”. Búsquenla en Youtube.

Para terminar: “Estaba gordita y bien formadita”. Todo es cuento en La Engañadora, título del clásico de Enrique Jorrín sobre una mujer que paseaba sus formas esculturales por las calles Prado y Neptuno de La Habana hasta que se descubre que casi todo lo que lleva es postizo. “Porque todo en esta vida se sabe”. (Continuará).