Entiendo que la Comisión de la Verdad de Colombia acaba de presentar el informe final después de 3 años y medio de un trabajo de investigación que pretende hacer una revelación que nos permita ver quiénes somos los colombianos, qué es lo que hemos hecho durante tantos años de horribles días y noches en las que ha muerto una gran cantidad de paisanos en una guerra fratricida que no nos deja cosa distinta al dolor y el llanto.

Se trata de 10 capítulos que constituyen el informe que se estará dando a conocer progresivamente durante el mes y están compuestos por videos, audios, mapas georeferenciados, líneas de tiempo y todo lo que requiera cada entrega para que se satisfaga la verdad. La comisión está interesada en difundir y socializar el informe y los colombianos todos deberíamos leerlo, porque es una verdad que hemos construido todos por acción u omisión, por lo que ninguno de nosotros debe sentirse excluido y, más bien, debemos involucrarnos para ser parte de la solución.

Mi preocupación al respecto es que siempre he sostenido que a la solución de nuestro conflicto, como se plantea en todos los conflictos, hay que meterle bastante filosofía para poder entenderlo, subir el nivel desde la emocionalidad hasta el raciocinio; desde la política cuyo sentido se distorsionó del todo, hasta la política para lo que debe ser realmente, una filosofía de vida para la polis -Politiká de Aristóteles: asuntos de las ciudades-, no para los que mueven los hilos de la política.

Básicamente, una verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos que, se supone, la produjeron, o la realidad a la que se refiere esa afirmación. Debe llevar la carga justa de honestidad, ética, sinceridad, buena fe de parte de quien la dice y de quien la califica. No sólo depende de lo que se dice, también cómo se dice y la intención de la persona que la dice. La búsqueda y defensa de la verdad está conectada directamente con los derechos humanos y la democracia.

Decir la verdad es un hecho que se convierte en una forma de desarrollar empatía entre las partes con el fin de construir relaciones firmes y sostenibles, nos convierte en más evolucionados, mejores seres humanos y permite relacionar de mejor manera a las dos partes en la ecuación de un hecho que los implica.

Tengo la mejor disposición como ciudadano colombiano de enterarme de manera directa en el informe de la Comisión de la Verdad de lo que sucedió realmente en nuestro país en los últimos 20 años de conflicto interno, que han sido de un terror inimaginable que nos sigue afectando a todos de forma directa o indirecta y que debe parar. Que debemos parar entre todos.

Confío en que este informe se constituya en la piedra angular de un renacimiento de este país en otra dimensión, que nos permita dejar atrás la mentira en que vivimos en este período que todavía no cesa y que necesitamos resolver como la mejor manera de ser un país decente donde se respetan la verdad y la vida. Es un gran esfuerzo que han hecho cientos de personas para lograr el informe, lo mínimo que debemos hacer es leerlo.

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