La psiquiatría es un constructo teórico y práctico que va más allá de la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la depresión o la ansiedad; existe un amplio espectro de trastornos que rozan los límites de la patología detrás de un comportamiento aparentemente “normal”. Son los trastornos de la personalidad y sus múltiples variantes en las que se acomoda un buen número de personas que, por momentos, desarrollan unos comportamientos que muestran una cara distinta a la que se les conocía antes.

El doctor Carlos E. Climent -psiquiatra de Harvard, profesor y jefe de psiquiatría de la Universidad del Valle y miembro del Panel de Expertos en Salud Mental de la OMS-, tomó la posta del psiquiatra francés Ulysse Trelat, quien escribió en 1839 un libro titulado La Folie Lucide, en el que describe los trastornos antisociales, y, traduciéndolo textualmente, escribe en el 2014 La Locura Lúcida, en el que enriquece el texto original al incluir a los narcisistas y los borderline.

Es un aporte enorme que, no sólo debe leerse en las aulas de psiquiatría y psicología sino, también, el lector común que debe estar medianamente familiarizado con estos rasgos de personalidad para que las víctimas potenciales de sus actos puedan identificarlos para protegerse de sus acciones y, dentro de lo posible, poder ayudarlos. Así como muchos han aprendido a identificar en la convivencia síntomas de los trastornos mayores en sus familiares, así también es preciso aprender la existencia de otros trastornos complejos de difícil detección.

El libro es producto de su experiencia clínica que le ha permitido percatarse de la elevada frecuencia de estos casos que describe como “camuflados que van por el mundo con el disfraz de la normalidad, viviendo las consecuencias de su trastorno y haciendo sufrir a todos los que los rodean, en especial a sus seres queridos”.

La forma camuflada del antisocial es de temer porque es capaz de establecer relaciones engañosas interpersonales, en las familias y en la sociedad para delinquir desde faltas menores hasta violaciones graves de los derechos de los otros. El narcisista está profundamente enquistado en sí mismo de una manera en la que no reconoce nada a nadie, pero él sí se cree merecedor de todo sin méritos para ello; en su egoísmo y prepotencia puede manipular jugando el rol de víctima, o mostrarse dominante y agresivo. El borderline aparenta normalidad la mayor parte del tiempo pero, en la crisis puede tornarse irracional, impulsivo, autodestructivo, o hacer daño a otros sin proponérselo; sin embargo, sus acciones no son manipulativas, ni premeditadas, ni dan un beneficio personal.

No quiero dañarles la lectura adelantando lo que nos enseña el doctor Climent en este texto, nuestro entorno nos muestra muchas de las conductas del libro en personas que frecuentamos en la familia y en el vecindario y, tal vez, en nosotros mismos.

haroldomartinez@hotmail.com