Entre las películas latinoamericanas que presenta Netflix en el momento cabe destacar esta interesante ópera prima chilena de contenido psicosocial, que nos hace reflexionar sobre las enormes repercusiones de los traumas de la infancia y la discriminación por la apariencia.

La historia comienza con una audición de Memo (Lukas Vergara), un niño con excelentes habilidades para el canto, pero con un físico que no le favorece, según los criterios que vende la publicidad. Es así como, sin miramiento alguno el director del programa le explica a su padre, Jacinto (Alejandro Goic), que aquí lo que cuenta no es sólo la maestría musical sino el impacto que el cantante pueda tener en las fantasías sexuales de las adolescentes.

Pronto vemos a Ángel (Vicente Álvarez), joven delgado y atractivo que, doblando la canción original de Memo -que da título a la película- logra la fama que a éste se le niega. La ira de Memo se desata, provocando una reacción violenta.

El filme salta en tiempo, y años después vemos a Memo (Jorge García) viviendo en estado de reclusión total con su tío Braulio (Luis Gnecco) en una finca remota en un lago chileno; rechaza cualquier acercamiento social y se dedica a trabajar en el rebaño de ovejas y otras labores cotidianas.

Cuando aparece alguna persona, por lo general Sergio (Nelson Brodt) o su sobrina Marta (Millaray Lobos), quienes trasportan los encargos, vemos que Memo se esconde. Su tío hace mofa de su actitud antisocial y su manía de entrar a casas ajenas cuando éstas están desocupadas.

En los ratos de intimidad compartimos con Memo sus sueños frustrados de estrella de la canción. Vestido de luces y lentejuelas recrea escenarios inexistentes de los que nutre su soledad, y aunque no sabemos exactamente lo que pasó, sentimos que algún secreto esconde.

Con muy pocas palabras, pero con escenas impactantes de toque surrealista, el nuevo director Gaspar Antillo mantiene un enigma permanente alrededor del personaje, que no se resuelve hasta finalizar la cinta. Aun así, no sabemos discernir si el desenlace es realidad o fantasía, como si estuviese en manos del espectador escoger lo conveniente.

Aunque la incógnita permanece, no es difícil imaginar los traumas que aquejan a un ser humano como Memo que esquiva la maldad del mundo exterior. Lo comprendemos de inmediato cuando vemos su reacción ante el único gesto de aceptación que recibe, cuando Marta elogia el color de su esmalte. Sólo después lo escuchamos cantar nuevamente, terminando en un video en el teléfono de ésta, hecho que revive el pasado y desata una cadena de eventos imprevistos.

Lo genial de la película es que logra mostrarnos con detalles muy pequeños y paisajes muy amplios, captados por el lente de Sergio Armstrong, la dimensión de lo humano. La ambientación y los personajes recuerdan varios de los filmes del reconocido director chileno Pablo Larraín, quien es el productor. La cinta ganó el Premio de Nueva Narrativa en el Festival de Tribeca.

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